Las investigaciones sobre las tropelías de la familia Pujol estallaron en julio del 2014 a partir de la regularización de unos fondos en Andorra que condujeron a la polícía hasta una cuenta administrada por Jordi Pujol Ferrusola, el primogénito de quien fue president de la Generalitat durante 23 años, Jordi Pujol Soley. El padre hizo su famosa confesión atribuyendo esta fortuna a una supuesta herencia legada por el abuelo a sus nietos. Las investigaciones judiciales han puesto sistemáticamente en duda esta versión, puesto que el volumen de lo atesorado en Andorra y los movimientos detectados en sus cuentas difícilmente pueden justificarse a partir del rédito de la inversión del capital inicial. Los informes policiales más bien avalan otra hipótesis, la del cobro de comisiones del 3% por la adjudicación de contratos públicos durante los mandatos del padre en la Generalitat que los hermanos se repartían en cuentas andorranas En esas pruebas se basan las acusaciones de la fiscalía que les atribuyen diversos delitos de blanqueo de dinero y de evasión fiscal. Delitos que, según la documentación exhibida ayer, la policía considera que han seguido realizando una vez iniciada la instrucción. Esa es la base de la entrada en prisión decretada finalmente por el juez. La historia del legado del abuelo y la perspicacia inversora de su nieto mayor se va revelando como lo que es, un montaje para encubrir los delitos de toda una familia.