España tiene una crisis fiscal; desde hace varios años no consigue ingresos suficientes para financiar el gasto público, que, por otra parte ha aumentado con la crisis. Tampoco es ningún secreto que buena parte de los problemas están en el impuesto de sociedades.

Desde el año 2007, en el que se alcanzó la máxima recaudación con casi 45.000 millones de euros, la recaudación se derrumbó y llegó el año pasado a poco más de 19.000 millones de euros. Una caída de esta magnitud no tiene una sola causa: Por una parte las empresas ganan menos dinero, especialmente en España, puesto que los beneficios que provienen de dividendos exteriores están casi siempre exentos del impuesto. Por otra parte, la estructura del impuesto es manifiestamente mejorable y permite, a menudo dentro de la ley, pagar menos de lo que cualquiera consideraría razonable. Por último, sin duda, el fraude del impuesto de sociedades se ha incrementado con la crisis.

¿De quién es la responsabilidad de esta caída recaudatoria, de las grandes empresas o de las pymes, o es un fenómeno generalizado?

Esta pregunta tiene una primera respuesta muy popular: el 71,8% del fraude fiscal lo cometen las grandes empresas y grandes fortunas. Una corriente minoritaria afirma que las grandes empresas están muy controladas, y que todo el problema del fraude son las pymes.

La verdad es que el problema radica en el control fiscal. Necesitamos un debate fiscal, y económico en general, que gire en torno a la profundidad del problema.

Si queremos resolver el problema solo es posible coger la lupa observar detalladamente. Fiscalidad controlada. Nada más.

Andrés Noguera Romero

Córdoba