Al Gobierno del PP actual y por ende al partido mismo, se le viene achacando desde que Aznar colgó los trastos de matar --entiéndase el eufemismo taurino--, una falta de ideología o de valores filosófico-políticos que le hace aparecer ante los ojos de los ciudadanos como una especie de grupo de tecnócratas más preocupados en aplicar medidas eficaces que persiguan el bienestar social, que en enzarzarse en consideraciones ideológicas. Este sambenito parece perseguir a Rajoy y a los equipos de gobierno que el designa desde que ejerce responsabilidades de Gobierno. Considerar a Rajoy un tecnócrata es un análisis simplista. La ideología del centro derecha en España está cargada de mitos. Negativos, por supuesto, y que nada o muy poco tienen que ver con la realidad, pero sí que ha servido para crear un subconsciente colectivo que se escama ante la más mínima manifestación ideológica que tenga que ver con valores tradicionalmente humanistas dentro de la cultura cristiana, que por otra parte es la que ha fundamentado a su vez la cultura europea. Pero como decimos en España que sabemos bastante de complejos históricos, aún arrastramos demasiado perjuicios ideológicos, tanto de un signo como de otros, ridículos y absurdos en el resto de la CEE. En cierta medida, nuestro centro derecha ha estado y está acomplejado ideológicamente. Pero en una España que ha estado al borde del rescate económico y de la puñalada secesionista esto no es lo más importante como ahora algunos quieren hacernos ver. Lo que verdaderamente está siendo trascendente y que nos aliena con Europa y nuestros intereses es juzgar el valor o la verdad en aquello que funciona positivamente. Dicho de otra manera: pragmatismo político. Tal vez este prescinda más de lo debido de ideologías principistas y de cosmovisiones teleológicas, pero en un país donde los mitos ideológicos del zapaterismos y del independentismo nos han hundido casi en la miseria ideológica, paradójicamente, solo cabe por ahora una cosa; más pragmatismo político.

* Mediador y coach