En el Concilio de Nicea , año 325, la Cristiandad decidió que la Resurrección de Cristo tendría que celebrarse el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena de la primavera. Ese momento equivalía a la primera luna llena del mes de Nissan, cuando la Pascua judía celebraba la liberación de su esclavitud de Egipto, fiesta en las que hace dos milenios se produjo la Crucifixión de Jesucristo. Lo acordaron en aquella ciudad de la actual Turquía unos 1.800 obispos presididos por Osio de Córdoba, y así se ha quedado, sin quejas... Hasta tiempos más recientes, en los que, con la progresiva laicidad de la sociedad, hay quien propone una fecha fija de vacaciones de primavera y que la iglesia se adapte, si le parece. La iglesia se adapta, la verdad, y así se ha visto con el Corpus Christi, uno de los tres jueves del año que relucen más que el sol y que ahora en muchos lugares se celebra en domingo. Consecuencia de esa Semana Santa que se desliza en el calendario entre marzo y abril ha sido el poco exitoso cierre de cuentas de los hoteles cordobeses en el primer trimestre, en el que han perdido clientes si se compara con el año anterior, cuando la Semana Santa tuvo lugar en marzo. Ay. Y consecuencia será que la mayor parte de la Feria de Abril de Sevilla se va a desarrollar en mayo, coincidiendo con las Cruces de Mayo en Córdoba, que, por su parte, empiezan a celebrarse mañana, 27 de abril. Habrá quien proteste, pero en un mundo tan rígido como el que vivimos tiene su encanto dejarse llevar por el poderoso influjo de la luna.