Hoy se celebra la primera Jornada Mundial de los Pobres, una iniciativa planteada personalmente por el Papa Francisco, en la conclusión del Año de la Misericordia. Y para ello, el Papa almorzará hoy con más de 1.500 personas necesitadas en el Vaticano, en una jornada festiva y luminosa. En total, participarán en la celebración 4.000 pobres y necesitados, que estarán presentes en la misa que el Papa Francisco celebra en la Basílica de san Pedro. Serán personas no solo de Roma sino llegadas de diferentes diócesis del mundo como París, Lyon, Nantes, Angers, Beauvais, Varsovia, Cracovia, la española Solsona, Manila,Bruselas y Luxemburgo. Al concluir la misa con el Papa, 1.500 pobres serán recibidos en el Aula Pablo VI, en donde participarán en un almuerzo festivo con el Papa. Amenizarán el encuentro la banda de la Gendarmería Vaticana y el coro Le Dolci Note, compuesto por niños de entre 5 y 14 años. Las otras 2.500 personas almorzarán en diferentes comedores, seminarios y colegios católicos de Roma, donde serán servidos por 40 diáconos y por 150 voluntarios de las parroquias de otras diócesis. En el mundo hay mil millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza, a las que no dejamos cabida en las estructuras sociales que hemos construido y a menudo tampoco en el corazón de la mayoría. Y, sin embargo, son los preferidos para Dios porque mira en lo más profundo de cada uno, y desde ahí escoge lo pequeño y lo débil. Francisco ha abordado con rotundidad el tema de la pobreza y de la exclusión social, y ha denunciado en no pocas ocasiones sus causas, a menudo identificadas con los efectos de un capitalismo que deja de lado a los más vulnerables.Y ahora, con esta convocatoria, una vez más nos llama a cada cristiano al compromiso con los excluidos. Más allá de los gestos y las palabras, el Papa nos pide que no miremos a otro lado y que el acercamiento a los pobres pase por un estilo de vida como el de Jesús: una vida que se compromete con las personas, especialmente con las que más sufren. La pobreza, en sí misma, no hace a nadie mejor. No son los preferidos por sus méritos, sus virtudes, ni tampoco por su disposición a acoger el mensaje de Jesús. Se nos urge a dejar de lado la indiferencia y tambien la resignación, para acercarnos a los pobres, caminar, compartir con ellos, para que así, implantemos nuestro compromiso por la promoción de la justicia, acompañando en el dolor y defendiendo la dignidad del pobre, el débil y el excluido. En su mensaje, el Papa denuncia «la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva» y desea que «esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el evangelio en su verdad más profunda». Al fin, el amor no consiste en palabras, sino en obras.

* Sacerdote y periodista