La posibilidad de que la avenida Ronda de los Tejares vea en un futuro próximo restringido el tráfico rodado (residentes y acceso a cocheras, motos, transporte público y carril bici) sonó ayer a nueva cuando la desveló el teniente de alcalde de movilidad del Ayuntamiento, Andrés Pino, pero pronto se recordó que la propuesta data del 2011, del tiempo en el que Andrés Ocaña era alcalde de la ciudad. El actual equipo de gobierno local ha retomado la idea, conjugándola con las nuevas perspectivas de Ronda del Marrubial y anunciando futuras remodelaciones de tráfico que permitirán, por una parte, el acceso rápido de los autobuses al centro de la ciudad, y, por otra, hacer un «cinturón» para el tráfico rodado que vaya acostumbrando a los conductores a eludir el casco histórico. Lo que se avecina es una nueva alteración en el ritmo de la capital, aunque ya no sorprende tanto ni tiene por qué generar tanto revuelo tras las experiencias anteriores, principalmente la peatonalización de la calle Cruz Conde. Es cierto que impedir o reducir el tránsito de vehículos privados en Ronda de los Tejares rompe muchas opciones de acceso al centro, e impide cruzarlo hacia los barrios tradicionales, pero no tiene por qué ser una medida negativa si se hace con una acertada planificación. Lo más importante aquí es que se estudie a fondo cada paso y sus consecuencias para evitar situaciones de caos y perjuicio a los habitantes de la zona.