Córdoba descubrió, durante el anterior mandato municipal, que varias capitales andaluzas tenían concertados con la Junta de Andalucía los llamados planes turísticos de grandes ciudades, a los que nuestra capital permanecía ajena pasados unos años del último concierto, que había permitido, entre otras acciones, poner en marcha el programa nocturno de visitas guiadas a la Mezquita--Catedral. Protestas y reivindicaciones desembocaron en la firma, en junio del 2014, de un plan turístico para Córdoba, más modesto que el de otras capitales, pero con una inversión prevista de 5 millones de euros --2 los aporta el Ayuntamiento y 3 la Junta-- dirigida a mejorar enclaves y oferta turística en aspectos tan importantes como los patios o la Córdoba romana. El plazo de ejecución del plan cumple el próximo 6 de septiembre, pero a fecha de hoy solo se ha completado un tercio y están en el aire los proyectos más importantes. El Ayuntamiento ha pedido una prórroga a la Junta de Andalucía hasta septiembre del 2017, que por lógica le será concedida teniendo en cuenta que Sevilla, Málaga y Granada llevan una década desarrollando sus respectivos planes, que, si bien son más ambiciosos y caros, avanzan con suma lentitud.

Ya quisiera cualquier ciudadano o empresa disfrutar de esa manga ancha en el cumplimiento de sus compromisos de trabajo o de sus contratos. Pero el compromiso de las administraciones con los administrados parece no requerir de esa seriedad que tan severamente se aplica, sin ir más lejos, a los contribuyentes. El Partido Popular, que reclamó este plan y lo pergeñó, no consiguió avanzar lo suficiente, y el actual gobierno municipal de PSOE-IU tampoco. De los proyectos, la reforma de la casa patio del número 4 de Trueque está lista, pero no su apertura como centro de interpretación de los patios. En cuanto al proyecto Córdoba, eje de las cuatro culturas , que comprendía la peatonalización de la calle Capitulares y la puesta en valor del Templo Romano, la creación de un museo en la Torre de la Inquisición del Alcázar y la reforma del convento Regina para espacio expositivo, están sin hacer. El actual equipo de gobierno quiere cambiar la orientación de algún proyecto y, aunque ha anunciado que los acelerará --el pasado viernes sacó a licitación la reforma de Capitulares--, lo cierto es que la mayoría requieren autorización de la Consejería de Cultura antes de ser licitados, por lo que los trámites serán largos.

Por desgracia, nada de lo que está ocurriendo sorprende. Las elecciones y el cambio en el Ayuntamiento son factores que inevitablemente retrasan la toma de decisiones, pero debería haber mecanismos para que una Administración desarrollara como mínimo los proyectos en marcha. Cabe exigir que una ciudad como Córdoba, esperanzada en el turismo como único eje sólido actual en su desarrollo económico, cuide al máximo todo lo que le afecta, y ponga de inmediato los medios para ejecutar proyectos que ya están dotados y programados. Qué menos.