El titulo -La piel del alma- concentra y une dos palabras provocativas, que Pilar Redondo ha convertido en un libro (Editorial JM), abierto a la naturaleza y a la vida. Lo presentamos cuatro amigos en el Circulo de la Amistad, el pasado martes --Federico Roca, Julio Merino, Juan José Primo y un servidor de ustedes--, con palabras de admiración hacia la autora, por esta nueva obra colocada sobre dos pilares que ahora comienzan a estilarse: los «Acrósticos» y los «Pensamientos». Ciertamente, «piel y alma», son dos palabras muy provocativas. Hablar de la piel es hablar de protección, de sensaciones y de caricias. La piel nos protege el cuerpo y se convierte en «manantial de sensaciones». La caricia es la antesala del placer, una hermosa vía de comunicación, que nos permite «llamar» primero, y «adentrarnos después» en los demás. Y hablar del alma es hablar del espíritu, que, etimológicamente viene de «spirare», poseer vida y transmitirla. En el alma anidan los «pensamientos», que Pilar Redondo desgrana sobre espléndidos paisajes de colores. Pensar nos convierte en «pequeños creadores» del universo y, por eso, muchos hombres y mujeres, al sentirse «creadores» se sienten «dioses» y se despeñan en terribles confusiones. Los pensamientos de la escritora son nuevos, con la fuerza de una realidad recien creada y con el encanto de un latir poético. Valga un ejemplo: En una de las páginas, vemos un trozo de bosque entre neblinas, y este pensamiento: «Déjame que sueñe otra y mil veces más, con el sufrimiento prohibido y la puñalada de amor, sin veneno...». Haciendo honor al titulo de su libro, Pilar, al escribir, derrama el alma sobre la piel de los lectores. Es su gran secreto. Su alma de mujer noble, generosa, entusiasta, activa, veloz, bulliciosa en palabras que, al salir de sus labios, se convierten en catarata de anhelos.

*Sacerdote y periodista