Si algo estamos esperando los españoles de pro, o por decirlo de otra manera, los españoles que creemos en nuestra Constitución y nuestra democracia a pies juntillas, es que el 1 de octubre, fecha en la que los separatistas catalanes con carta de naturaleza política quieren birlarnos un pedazo de España con todos sus españoles dentro, es que les caiga todo el peso de la ley. Y no solo para resarcirnos de tal felonía separatista y de tal afrenta al Estado y todos sus españoles, sino porque la laxitud de nuestros políticos ante la ya histórica afrenta separatista nos ha dejado en un terrero de incertidumbre democrática que va más allá de la lógica de un Estado de Derecho. Por supuesto, la ley cae sobre nombres y apellidos, como debe de ser y nunca en democracia sobre una parte del pueblo español como son los catalanes. Decimos esto porque conviene dejar clara una realidad que se esconde bajo este grupo de iluminados separatista; la manipulación. La prueba del nueve para desenmascarar a un golpista o grupo de ellos es cómo en sus argumentos contraponen la ley a la democracia. Para ello hay que manipular el concepto de esta última. Los separatistas catalanes actuales y anteriores han llevado esta manipulación a tal extremo que hasta han necesitado retorcer la historia de España, que es la misma que la catalana. Por ello, la afrenta y el insulto separatista que ya viene de lejos en el tiempo, en las formas y en el fondo, necesita una respuesta contundente, en el hecho en sí que la sustancia, por parte de la ley, y una respuesta de todos los partidos constitucionalista que evite que en un futuro se siga adoctrinando y manipulando histórica y políticamente a más generaciones de españoles catalanes. Los lodos secesionistas de ahora vienen de cuando miramos para otro lado mientras se adoctrinaba a niños en las escuelas tergiversando la historia de España. Ahora ya solo nos queda el peso de la ley. Esto solo sucede cuando se fracasa en todo lo demás.

* Mediador y coach