La perversión del lenguaje y la mentira está incrustada e incluso fosilizada en la propaganda de los partidos políticos. Esta habitual perversión se hace más evidente durante épocas electorales. La Política como ciencia de carácter social y también como arte ha sido desmantelada .Se ha impuesto la manipulación de las conciencias como manera de de abortar la reflexión y exagerar la emoción. Se prima la mucha comunicación y la poca información. Ante tanta penuria informativa y reflexiva, los partidos políticos no tienen el más mínimo reparo en sacudirse responsabilidades frente a los adversarios. Como ha dicho el filosofo, Javier Gomá, “la esencia de la vulgaridad moral es hacer a otro responsable de tus actos”. La Política se pervierte y se enfanga en la vulgaridad. En ese caldo de cultivo el travestismo y el ilusionismo campean a sus anchas. Me imagino a los socialistas de base rememorando la biografía de aquel tipógrafo integro que se llamaba Pablo Iglesias. No contaba con las modernas técnicas de seducción capaces de maquillar la realidad. Recuerdo la entrevista que le hice a Willy Brandt en Bonn el día que Felipe González (1982) ganó por abrumadora mayoría las elecciones. Mostraba satisfacción porque su alumno aventajado ocupaba el poder en España al frente de un socialismo muy diferente al de Largo Caballero (1936). El PSOE de Felipe se instaló en el centro político pero Rodríguez Zapatero se aventuró hacia un extremo y resucitó el antifranquismo. Ahí ya estaba el Podemos antisistema que pisa los talones al PSOE descentrado.

*Periodista