El derecho penal no deja indiferente a nadie. Es la rama jurídica donde más se aprecia aquello de «yo soy yo y mi circunstancia» porque aun estando claro que la actividad delictiva es negativa para la sociedad, su relativismo es demasiado descarado: si somos el criminal intentaremos trasladar al juez y a la sociedad que no solo debemos ser definidos por el delito cometido, sino que somos muchas más cosas positivas porque en otras ocasiones hemos actuado con mucho civismo. Si somos familia del condenado veremos excesos y desproporciones en el procedimiento por todas partes porque por muy mala que sea una persona no lo será tanto para sus seres queridos que lo apoyaran en la cárcel hasta que consiga la libertad. Todo ello es respetable. Pero por mucho relativismo reinante, la evidencia nos dice que los más digno de un caso penal no es la reinserción, ni las especiales circunstancias en las que a veces nos vemos abocados a delinquir, ni tan siquiera la presunción de inocencia. Tampoco los familiares de los autores. Porque aun reconociendo la relatividad del ámbito de la penalidad y en general de toda esta hipócrita vida, podemos concluir una verdad absoluta: que lo más digno son las víctimas y son ellas las que merecen la máxima consideración. Actualmente existe el debate sobre si la pena permanente revisable es desproporcionada de cara a nuestro sistema garantista y constitucional. Miren, yo como jurista aprendiz de un sistema democrático no puedo estar nunca a favor de la pena de muerte y no solo porque cuando se mata a cualquiera ya no se puede volver atrás( por ejemplo si se descubre posteriormente que hubo error judicial) sino porque también la finalidad de la pena constitucional es la reinserción y que yo sepa ningún ejecutado ha vuelto para decir que se ha reinsertado. Un estado que establezca la pena de muerte como consecuencia jurídica del delito es un estado fascista por muchas urnas que ponga. Tampoco estoy a favor de la cadena perpetua porque también es incompatible con la reinserción. Pero si estoy a favor de la pena permanente revisable porque su aparente dureza terminológica puede realizar un excelente trabajo de prevención y porque hay delitos tan crueles que esta respuesta, a priori, parece proporcionada. Pero sobre todo estoy de acuerdo porque introduce en el concepto la palabra «revisable» totalmente compatible con conceder al autor un motivo de revisión de su pena a través del esfuerzo personal en la reparación del delito y por tanto en su reinserción social. La democracia siempre debe abogar por la justicia más que por la simple venganza porque el estado democrático siempre es más humano que el delito.

* Abogado