Conocer Córdoba en bicicleta es una de las experiencias más bonitas que quienes ya lo han probado vuelven a hacerlo. No sabemos si es porque no ha entrado con fuerza la cultura de hacer uso de ella o nuestra comodidad gana el pulso, mas no existe ese tirón que debía corresponder a una ciudad como esta, que permite conocer rueda sobre rueda el mayor espacio urbano Patrimonio de la Humanidad siguiendo los itinerarios de una de las redes más extensas de carril bici de España.

Nos quejamos que es imposible aparcar, que hay mucho tráfico, que echamos toda una mañana para hacer cualquier gestión, pero- ¿y la bicicleta, dónde está?

No vamos a entrar a valorar el estado de los carriles bicis de los que disponemos, ni a considerar ninguno de sus inconvenientes, pues no es nuestra competencia, y por otro lado, las ventajas ya se saben. Planteado así, poco debemos decir, salvo un pequeño inciso. No es un delito usar poco o casi nada la bicicleta, pero sí lo es no aprovecharse de este medio de transporte en una ciudad a la que le viene como anillo al dedo aquella frase de "Córdoba la llana". Fernando Fernán Gómez tituló a su obra de teatro 'Las bicicletas son para el verano'; yo comprendería que no estuvierais muy de acuerdo con él, y que hacerlo en nuestro período estival sería un ejemplo de caer en el intento, a menos que se sea un amante de ella y un poco de temperatura no nos importe. Pero ahora llega el buen tiempo, ni frío ni calor, preciosos amaneceres para los madrugadores y similares atardeceres para los que no lo son tanto, lo que supone la excusa perfecta para dar un empujoncito, una pedalada para que nuestra ciudad sume. He ahí otro nicho todavía muy por explotar.

José Antonio León Llorente

Villa del Río (Córdoba)