Ahora está de moda la idea de peatonalizar las calles sin tener en cuenta el interés y el bienestar de la parte perjudicada, como puede ser, entre otros, los mismos vecinos dueños de los vehículos, a los que se les impediría su perfecto y legítimo derecho a circular y aparcar, y que además pagan el Impuesto de Circulación, cosa que no tienen que hacer los peatones.

Solamente el considerarlo sería el aplicar un concepto al que ahora se le combate como indigno, inmoral, e ilegal, tal es la discriminación. Efectivamente, se discrimina al denostado automovilista con respecto al peatón.

¿Es que acaso no puede haber coexistencia entre ambos? Unas buenas aceras con suficiente capacidad, acompañadas por su vía de circulación y aparcamientos, sería lo lógico y razonable, si es posible; y no el enfrentamiento y alteración de la paz ciudadana a que tan dada tiene la tendencia las acciones de los políticos. Efectivamente, la misión de un gobierno es el resolver los problemas de todos sus gobernados, y no defender a una parte y dar por saco a los demás.

Y reafirmando lo anterior, las reflexiones de un célebre filósofo, que rezan así: «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso, y después los remedios equivocados».