Las empresas están hartas de la picaresca que iniciaron los turistas británicos --fingían intoxicaciones en los hoteles para que el veraneo les saliera gratis-- y que se ha extendido con muchos trucos y chantajes para que al hostelero le salga más rentable allanarse al sinvergüenza que desenmascararlo. Una maniobra es amenazar con desprestigiar al establecimiento en las redes sociales. Esto es relativamente controlable en las web especializadas, donde el agraviado puede contestar, pero se complica cuando lo hacen en otros países o idomas. Así que el sector va necesitando una patrulla de vigilancia en las redes que responda y ataje a los calumniadores.