Donald Trump recibió el martes pasado el mayor ataque a su mandato por parte del senador republicano por Arizona Jeff Flake, que anunció en el pleno del Senado que no se presentará a la reelección con un discurso de incendiaria presentación: «Señor presidente, hoy me alzo para decir basta». Discurso en el que criticó el «áspero» clima político actual y en el que acusó al presidente de «socavar diariamente las normas democráticas del país». Mientras Trump se queja de las fake news que los medios difundirían para desprestigiarle, Flake recalcó la creación de una narrativa falsa sobre Trump, un mandatario con un largo historial de declaraciones inexactas o falsas. Este tema de la posverdad o de la creación de una realidad mediática haciendo pasar por ciertas imágenes o historias que no lo son, ¿no nos recuerda algo? Hablando con un ¡excónsul español! me sorprendió cómo había caído en el truco de creer que imágenes viralizadas en redes sociales se databan en el 1-O, cuando se ha probado que corresponden a cargas de los Mossos en el 2012 e incluso a imágenes chilenas.

El discurso de Flake ha incidido en lo peligroso que es rescatar temas que parecían superados en la política estadounidense, como el patriotismo extremo disfrazado tras la etiqueta EEUU primero. El lema de campaña de Trump, Make America Great Again, es parte de esa apelación nostálgica, irrealizable y peligrosa tanto para el orden interno como para el internacional. De nuevo, ¿no nos suena esa retórica inflamada y patriotera y nos remite tanto al nacionalismo catalán como el españolista? Y el aislacionismo de Trump, ¿no nos recuerda la postura de la CUP o a alguna declaración de Junqueras?

Los seres humanos en esencia nos parecemos entre nosotros más de lo que nos diferenciamos. Por eso las estrategias políticas en diferentes países no difieren tanto entre sí. Si las barbas de nuestro vecino vemos remojar, quizá aquí mismo deberíamos plantearnos si, como ha apuntado Flake, no estamos socavando los cimientos mismos del edificio democrático.

*Escritora