En mis numerosos paseos por el casco histórico de Córdoba hay algo que cada vez veo más necesario y es que se que se respete el interés general, haciendo un mejor uso del dominio público y, en especial, de las vías públicas, así como los entornos de los monumentos y equipamientos. Es necesario que se garantice la compatibilidad de los intereses turístico-hosteleros con los de los ciudadanos en general y con el disfrute del patrimonio.

Imágenes como la fachada de las Casas de Doña Ana Jacinta convertida en una estantería de un negocio de la restauración, colmatada la visión con pizarras anunciando ofertas, televisiones y un sinfín de elementos hostiles al disfrute del patrimonio no son admisibles en una ciudad que es sede de la Secretaría de Ciudades Patrimonio del Sur de Europa. Tenemos que tener en cuenta que la plaza de la Corredera es además un Bien de Interés Cultural (BIC). Se utilizan los elementos patrimoniales de la plaza como si de una prolongación de sus negocios e intereses se tratase, privatizándolo para un uso restringido.

En resumen, la transformación material del espacio legitimada por la ganancia de superficie para el peatón, realmente no ha sido tal, ya que un porcentaje muy grande del tiempo el espacio de la plaza se encuentra privatizado para su uso privado por los veladores y cuando no lo está, desde luego no posee las condiciones mínimas de confort y amabilidad para un espacio estancial. Se convierte la plaza del casco histórico en una «parcela» alquilable que rinda réditos a la hacienda municipal y a la hostelería.

<b>Gerardo Pedrós Pérez</b>

Córdoba