El conflicto entre Israel y Palestina sigue por una pendiente que solo lleva a más violencia y a la asfixia de la causa de la paz. Tal día como el jueves, en 1991 se abría la Conferencia de Madrid, el intento más serio realizado en los casi 70 años de conflicto y en el que se habían depositado tantas esperanzas. Con los acuerdos de Oslo que se derivaron de aquella conferencia acabó la primera Intifada. Pero hubo una segunda en el 2000, cuando el entonces jefe de la oposición israelí, Ariel Sharon, hizo una exhibición de prepotencia en la Explanada de las Mezquitas. Cuando han pasado pocos meses desde la letal operación contra Gaza, aquella misma explanada de Jerusalén es ahora el escenario donde se dirime el conflicto bajo el ropaje religioso y de identidad de unos y otros, presagiándose una posible tercera Intifada. Al tiempo, el primer ministro Netanyahu acelera la creación de nuevas viviendas en territorios ocupados, en flagrante violación de la ley internacional y haciendo que sea inviable la creación de un Estado palestino con continuidad geográfica y que tenga acceso a recursos naturales como el agua. Esta es la situación a la que se ven abocados los palestinos.