El Partido Popular y Ciudadanos presentaron ayer su pacto de investidura, bautizado como Los 150 compromisos para mejorar España. El valor político inmediato del documento es el mismo que el de El acuerdo para un gobierno reformista y de progreso que en febrero subscribieron Albert Rivera y Pedro Sánchez: no basta para garantizar la investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, entonces Sánchez, ahora Mariano Rajoy. Con 170 escaños en el zurrón, (los de PP, C’s y Coalición Canaria), el popular aún necesita al menos la abstención de 11 diputados. Eso, a 48 horas de que se celebre la sesión convocada para la tarde del martes en el Congreso de los Diputados.

Cuando Sánchez se presentó a la investidura tras los resultados del 22-D con un pacto de gobierno con Ciudadanos, a nadie le pareció razonable exigirle al PP que se abstuviera. En cambio, la maquinaria popular traslada al PSOE la responsabilidad de que no haya terceras elecciones, que se celebrarían en Navidad (siempre que no salga adelante la propuesta que quiere presentar el PSOE para recortar una semana la campaña y que así los comicios no se fuesen hasta el 25 de diciembre) porque así ha diseñado el calendario Rajoy. Acrecentar la presión sobre los socialistas es una de las grandes funciones del pacto que se escenificó ayer con el apretón de manos de sus líderes entre PP-C’s, que explota la justa indignación de la ciudadanía ante la perspectiva de unas terceras elecciones y de un año entero sin gobierno desde la primera vez que fueron llamados a votar en diciembre del 2016. La maquinaria propagandística de los populares ha enfocado en esta hoja de ruta para que sean los propios ciudadanos los encargados de hacer sentir que no están muy por la labor de acercarse a los colegios en las fechas navideñas. Es innegable que España necesita que se forme un ejecutivo más pronto que tarde, pero el PSOE está en su derecho de votar no. El acuerdo Rajoy-Rivera le presenta un anzuelo (una inversión de 29.000 millones en planes sociales), pero al mismo tiempo se queda corto en regeneración democrática y es un parche en materia socioeconómica. Eso sí, alega como un elemento más de presión 100 medidas que estaban contenidas en el documento que firmaron Sánchez y Rivera para que C´s apoyase la investidura del candidato de los socialistas.

A pesar del acuerdo cerrado ayer, con el que irá mañana a la Carrera de San Jerónimo, el mismo Rajoy da por descontada su derrota en la investidura de esta semana, por lo que su reunión de hoy con Sánchez no es más que otra forma de aumentar la presión a los socialistas para que den un giro radical a la postura de negación que han mantenido hasta la fecha. Antes de forzar otras elecciones con su no a Rajoy, el PSOE deberá deshojar la margarita: o se cobra un precio a su abstención o intenta de nuevo el espinoso pacto con Podemos y el apoyo de los nacionalistas, como le vienen reclamando desde las filas de Pablo Iglesias desde que PP y C’s se sentaron a negociar. Sin duda esta segunda vía no es sencilla, no solo por el bloqueo de la relación entre el PSOE y Unidos Podemos, sino por la cuestión catalana, que sigue siendo un muro que parece inrfranqueable mientras que Podemos no se apee de su inamovible postura de querer convocar un referéndum soberanista en Cataluña. En este sentido, el acuerdo entre el PP y Ciudadanos, como no podía ser de otra forma, plantea un impulso recentralizador.