A tenor de su grosera respuesta a un periodista que le preguntó si consideraba acertada su estrategia para Las Palmas, hay que concluir que el extécnico cordobesista Paco Jémez se debe considerar incuestionable. Así que en este país se puede opinar sobre el trabajo de todos, desde el presidente del Gobierno hasta el último personaje público, pero no del de Jémez, que, aunque hizo una dura autocrítica del partido ante el Villarreal, salió luego con un «no permito que pongas en tela de juicio mi trabajo», toda una sinfonía de soberbia. No es la primera vez que da estas respuestas fuera de tono y de respeto a los periodistas, o sea, que es reincidente en sus malos modos. Su actitud produce vergüenza, como la produce también que se lo consintieran.