La situación era insostenible, hacía meses que la convivencia se había convertido en supervivencia, pero aquellas manos regordetas lo ataban a aquella casa que ya no sentía suya. Observaba a su pequeño dormir, ya no recordaba cuándo había sido la última vez que él había dormido así, plácidamente; de vez en cuando suspiraba con fuerza, movía su pequeña naricita y seguía metido en su sueño, había aguantado tanto por él, porque no quería que nada ni nadie le quitara el sueño a Martín. Nunca pensó que se pudiese querer tanto a alguien, su vida ya no valía nada si no podía verlo feliz. Se había citado con ella en una cafetería céntrica, esperaba que eso le impidiese montar uno de sus números, pero no estaba muy seguro. Ya no conocía a Lucía, o quizás no la conoció nunca, tal vez se enamoró de un espejismo, porque la Lucía que lo amenazaba con no volver a ver a su pequeño distaba mucho de la chica alegre y cariñosa de la que se había enamorado, solo hacía cuatro años de aquello y él se sentía como un viejo agotado y sin ganas de pelear. Miró a Martín que lo observaba a través de sus largas pestañas y se sintió avergonzado, él era el mejor motivo para seguir luchando.

Lucía entro en la cafetería con la seguridad de quien se sabe ganadora, lo miró desde sus altos tacones sin percatarse de que Martín le echaba sus bracitos para que lo cogiese, solo lo hizo cuando él ya lo tenía en su regazo. Lucía lo miró con dureza pero él no apartó la mirada de los ojos de su pequeño, quería que se le quedaran grabados en su mente, sabía que tardaría en volver a verlos, abrazó su cuerpo regordete y aspiró su olor con fuerza, quería que quedara todo ahí, bien presente, para cuando le fallaran las fuerzas, pero había tomado una decisión, seguro de que era la correcta: pelearía por él, era lo justo, Martín y él lo merecían.

Lucía se levantó disgustada y metió al pequeño en el carrito, a punto de salir por la puerta el pequeño se giró y tiró un beso a su padre.

--¡Lucía!, tomé una decisión, ¡nos vemos en el juzgado!

Su sonrisa triunfadora se le congeló en la cara.