Sí, otra mujer asesinada por la violencia más solitaria y más estúpida que se ha inventado la humanidad. ¿Y ahora qué? Pues ahora a esperar para no legislar en caliente. Ahora a sufrir de nuevo la desfachatez y la hipocresía de unas declaraciones de quien tendría que solucionar el problema o irse a su casa; aspavientos, muecas, todo dicho con una voz muy seria y mucho énfasis, que si patatín, que si patatán, que esa violencia machista nos concierne a todos y a todas, que todos y todas nos tenemos que sentir afectados y afectadas. ¡La fotocopia de un lenguaje tan profesional! Y se cierran las cámaras y los micrófonos, y a otra cosa, mariposa. ¿Dónde irá luego quien ha pronunciado esas palabras tan enardecidas? ¿Dormirá tan a sus anchas? ¿Qué hará al día siguiente cuando llegue a su despacho de su cargo de responsabilidad? Sí, es mejor esperar. ¡El gran invento! ¡La solución más versátil para no arreglar nada! Esta sociedad de consumo lo deglute todo. Lo que hoy es, mañana ni ha existido. Esperar a que se enfríe el cadáver, a que se enfríe la memoria, a que el silencio extienda su niebla sobre las almas; no molestar el sueño para que la sociedad no nos moleste con problemas, en su desidia, en su masificación y en su abandono. Esperar a que todo acabe en nada, que es como mejor se vive. Elegir las mejores palabras, pero esperar a que se vacíen de compromiso, porque no somos nada tomados de uno en uno. En un par de días, sólo la familia y los amigos sufrirán el vacío de esa muerte. Así hasta otra muerte. Ya nos sabemos de sobra el camino para no alterar el sueño de las conciencias. Así hasta que vuelva a arder otra violencia, y volvamos a esperar a que se enfríe. Palabras, declaraciones de los responsables de legislar, pero que el pueblo, eso a lo que luego nos llamaron ciudadanía, se adormezca de nuevo en su cómodo letargo. ¿A quién le afecta que una mujer y otra y otra se queden solas en su drama hasta perder la dignidad, la sangre y la vida? ¡Morir de esa manera tan humillante! ¿Quién nos defiende de nosotros mismos? Si no lo hacen las leyes, ¿quién nos protege de la selva nuestra de cada día? El secreto está en esperar a que se enfríe la noticia hasta que parezca solo una fantasía más. Legislar en frío: esperar a que una herida se cure sola.

* Escritor