Aunque deseado con fuerza por el cronista, el don de la inerrancia nunca formó parte del escaso elenco de sus cualidades, especialmente en el plano de la política, el de mayor contingencia y versatilidad de la actividad humana.

De ahí que haya de declarar, en esta hora española de gravitación catalana, su embeleso o, al menos, su viva simpatía un tiempo por la figura y talante del presidente autonómico de mayor prolongación hasta el momento en su ejercicio gobernante --1980-2003--, Jordi Pujol. Durante varias décadas, el articulista vio encarnadas en su rica personalidad las mejores virtudes atesoradas por su pueblo. De entre sus predecesores y líderes de gran empaque a la manera de Cambó o Tarradellas quizá fuera a sus ojos el de textura más completa y armónica en la posesión de los talentos que conforman a los verdaderos conductores de hombres y colectividades. Naturalmente, algún que otro factor personal o anecdótico concurría con intensidad en la citada admiración. Así, aquél no podía olvidar la espontánea y entusiasta asistencia del hoy expresident de Catalunya y entonces firme y fogoso aspirante a serlo, en el Salón principal del Círculo de la Amistad de Córdoba, en la noche de presentación de las Actas del I Congreso de Historia de Andalucía. Sus habituales reservas frente al carácter meridional estuvieron muy lejos de expresarse en la mencionada noche, ocultas o desaparecidas ante su desbordada admiración ante un acontecimiento que debía mucho en su inspiración al modelo, en verdad insuperable, ofrecido por los legendarios Congresos de Historia de la Corona de Aragón, implementados invariable y ejemplarmente en Barcelona y su Universidad. En vena de confidencias, también contaba en la alta valoración de Pujol por el cronista su mil veces proclamada inclinación por los estudios históricos, frustrada su desembocadura en el oficio profesional de Clío por avatares imprevistos de su asendereada biografía.

Y, ahora, en días de justa, muy justa, condena cívica y general del expresident , la relectura, al hilo de los sucesos de la actualidad más resonante, de sus desaseadas pero aun así fruitivas memorias ha revivido en el articulista parte de su antigua estima intelectual y política por el hoy comprensiblemente escarnecido personaje. Uno de incomparable mayor relieve y estatura moral, el Papa Francisco, acaba de embarcar a la Iglesia universal en la excitante y grande aventura de volver a reflexionar sobre la institución en la que la porción más extensa del pensamiento conservador hodierno marca tal vez la última frontera, acaso la raya roja final que separa la civilización de la barbarie, la guardiana indiscutible del mejor patrimonio espiritual y ético de Occidente. Mucho antes, empero, de que la Iglesia tomase carta decidida en un tema de permanente eco y vigencia en su doctrina y mensaje, con una campaña militante y callejera no siempre metodológicamente acertada, Pujol, en compañía de otros gobernantes y pensadores laicos se erguía con resolución a favor de una política natalista y en pro de una ayuda estatal de ancho radio a las familias.

Son sabrosas y penetrantes las páginas consagradas a la emponzoñada cuestión en los recuerdos del político catalán (en particular, 175-78, del volumen III de sus recuerdos. Barcelona, 2012). Conocedor como ningún hombre público español de la política y los políticos de la Alemania actual --y también de buena parte de la del pasado--, la evocación de sus lecturas germanas y de las conversaciones y encuentros con sus principales líderes del ayer más reciente prestan valiosos elementos de reflexión en torno a la sociedad occidental de nuestro tiempo y sus presuntas e inquietantes derivas, así como, más concretamente, información aquilatada y del más alto interés en torno a la postura de los líderes germanos respecto del asunto aludido, en el que no hay de facto diferencia alguna respecto de su trascendencia. Es posible que en ellas se exprese el mejor Pujol. En todo caso, su presumible y reluctante venalidad en nada opaca su inteligencia y hondura como memorialista y glosador impar de los fenómenos claves de la sociedad española de la restauración democrática y de la Europa del mismo periodo.

* Catedrático