Ya están alcanzando su hermoso color las naranjas del valle del Guadalquivir. Las orillas de los ríos Guadalquivir y Genil ofrecen un inmenso cuadro de frutales verdes cubiertos de frutas de invierno. Naranjos que desde Almodóvar del Río a Palma del Río te acompañan junto a la carretera de la margen derecha del río y la vía del tren; una magnífica oportunidad para recorrer los hermosos pueblos del valle contemplando dehesas y extensiones hortofrutícolas junto a viejos cortijos y entrañables pagos de huertas en los meandros del Genil que buscan por Palma abrazar al gran río.

Un paseo por castillos, torres, murallas, ermitas y pueblos asomados al río de nuestra historia entre puentes de hierro que lo cruzan en Almodóvar, Posadas y Palma, donde la arquitectura póntica de finales del siglo XIX nos ha legado esta obra de ingeniería construida en París y traída hasta el Guadalquivir como anunciador de un nuevo tiempo.

La llegada del ferrocarril y la construcción de un puente supusieron un notable progreso de la agricultura y el comercio y, la concesión real del título de ciudad, allá por el año 1888.

Un nuevo puente de doble arco y enorme tablero vuelve a superar orillas desde los primeros años del siglo XXI. Nos anuncia un nuevo tiempo de esperanza y superación de la crisis. La publicación del número de desempleados inscritos en el INEM en la ciudad de la naranja apenas supera el 12%. Todo esfuerzo metodológico para incrementar el empleo es poco, pero son muchos los agentes que se han implicado decididamente en reducir esa tasa. Desarrollo local del Ayuntamiento con la oficina de colocación, el CADE de la Junta de Andalucía con sus planes formativos, orientativos para dinamizar el comercio y las pequeñas empresas; los agentes privados buscando nuevos retos industriales, comerciales reunidos en los polígonos o la prestigiosa Cooperativa Agrícola de Regantes con nuevos proyectos para los excelentes productos de las tierras palmeñas. Es otoño de la feria de los municipios cordobeses.

* Historiador y periodista