Casi el mismo día, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y Luis de Lezama, sacerdote y empresario hotelero, han sido entrevistados por El Mundo y El País, respectivamente. En la época veraniega, los periodistas echan mano de la gente normal, con más o menos relieve, para conocer esa vertiente más humana de sus vidas. Los medios, cada vez más, son los nuevos areópagos en la moderna sociedad. Las dos entrevistas, estoy seguro, habrán gustado a los lectores. La del cardenal Osoro, porque acerca la Iglesia al mundo; y la del empresario Luis, porque acerca el mundo a la Iglesia. Puesto a elegir, me quedaría con tres mensajes de cada uno de ellos. De Osoro, «un mal cristiano hace ateos y, además, hace daño a la Iglesia; hay que ser cristiano con coherencia, con verdad, llegando incluso a los que no creen». Segundo, «yo me hice sacerdote porque sentí la llamada de Dios y porque encontré sacerdotes alegres, con capacidad de entusiasmo». Tercero, «me suelo confesar semanalmente y me acuso, sobre todo, de mirar a medias a algunos, de no mirar a todos igual; eso no es bueno para nadie, y menos para un obispo». Tres mensajes que no tienen desperdicio. Las respuestas de Luis de Lezama son más audaces, con una chispa de crítica y tono de humor. Primera, «España es un país de rumores, un país de porteras»; segunda, «soy un cura marginal dentro de la Iglesia y he notado esa marginación. ¡Esos obispos poniéndome etiquetas y preguntándome si diría misa o no»; tercera, «la Iglesia tiene que abrirse más a la gente, no puede ser que marques el teléfono de un párroco y te salga el contestador y llame usted de seis a ocho y tal». La Iglesia es un servicio y si no le das servicio a la clientela se te van a otras confesiones, como un cliente se te va a otro restaurante». Asimismo, relata algo de su experiencia con chicos y chicas con los que trabaja en sus locales con vistas a la reinserción: «Lo más fuerte es que se te mueren en los brazos, de droga, de sida. Y no sabes qué hacer». ¡Sin duda, dos grandes predicadores, en los excelentes púlpitos de los periódicos.

* Periodista