Es difícil expresar en unas pocas líneas los sentimientos de agradecimiento, y más aún si hay que hacerlo en nombre de la gran familia que formamos los usuarios, voluntarios y trabajadores de Cruz Roja en Baena. Resumir la historia de Kalilou no es fácil: procedente de un país que ocupa el 183º con un 0,41 en el Índice de Desarrollo Humano, uno de los países más pobres del mundo, y que sufrió con dureza la epidemia de ébola del 2014. De la etnia fula, a sus 19 años llegó hasta nuestras puertas tras una dura paliza de los gendarmes marroquíes. Un brazo amigo, el de un guardia civil, lo acogió, y comenzó una larga lucha, lo que se creía consecuencia de una paliza que había afectado a sus vértebras pone de manifiesto una grave enfermedad. Es enviado al Centro de Emigrantes de Cruz Roja en Baena, allí los dolores continúan, los médicos del Centro de Salud deciden enviarlo al Hospital de Cabra, los voluntarios de Cruz Roja le acompañan, no habla español, y permanecen a su lado, él sabe que esa cruz roja sobre fondo blanco es amiga, el miedo se lee en esos enormes ojos cuya blancura resalta más en su negra piel. Desde la acogida en Cabra, donde rápidamente detectan la gravedad y es derivado al Hospital Reina Sofía de Córdoba, allí el esfuerzo de todo el personal, desde los médicos especialistas: traumatólogos, hematólogos, medicina interna..., los ATS, auxiliares, trabajadores sociales... Han conseguido sacarle adelante. También destacar el compromiso del voluntariado de Cruz Roja, que le acompaña noche y día. Son ocasiones donde uno se siente orgulloso de lo que somos, de la sociedad que nos ha tocado vivir y de la enorme suerte que tenemos los andaluces de poder disfrutar de una sanidad de gran calidad, gratuita y universal. El gran lujo de disfrutar de unos profesionales que no miran nuestro bolsillo, ni nuestra familia, sino la gravedad del enfermo y ponen toda su sabiduría en curarnos. No puedo dejar de dar un nombre propio: doctor Kindelan, gracias de todo corazón, en nombre de Kalilou y en nombre de la Cruz Roja. La lucha aún no ha terminado, la recuperación será lenta, pero su vida no corre peligro y ya está en su casa, en la Cruz Roja.

Juan Manuel León de Toro

Baena (Córdoba)