Que no, Juan, que no...! ¡Que tener materias primas influye, pero no es definitivo para que al final el país o la persona sea rica o pobre! Así me hablaba hace unos quince años un gran amigo, pozoalbense de adopción y una de las mejores cabezas en economía y derecho del país. Sin ir más lejos: fue asesor de la Moncloa. No diré de qué gobierno para que, unos u otros, le resten mérito a sus argumentos, que se basaban en mucho estudio y no en directrices de partido.

El caso es que le dio un repaso monumental a mis prejuicios económicos, porque, como me puso por ejemplo, Japón no tiene ni un solo recurso en cuestión de materias primas. Las importa todas y, sin embargo, es una potencia mundial. Mientras, Venezuela, Argentina o Brasil con todas sus riquezas encima y debajo del suelo ni entonces levantaban cabeza ni ahora parecen andar alegres. Y que conste que este ejemplo me lo puso muchísimo antes de que Venezuela sea traída una y otra vez a cada discusión política en España, especialmente si hay alguien de Podemos cerca. ¡Por Dios, si solo falta que el Hombre del tiempo en el Telediario dé también la temperatura prevista en Caracas!

Pero a lo que iba: mi amigo me demostró que tanto a países como a personas el que tengan recursos, oportunidades y virtudes no les sirve de nada si no saben sacarles partido. «Dios le da pan a quien no tiene dientes», dice un durísimo refrán.

Otro ejemplo: por estas fechas, de haber triunfado la candidatura de Madrid 2016, la antorcha con el fuego de Olimpia estaría camino de Córdoba como subsede. Sin embargo, hoy en día cada telediario da cuenta de un incidente con los relevos del sagrado fuego. Pero, anécdotas aparte, Brasil, en lugar de aprovechar la cita para dar un salto adelante, está dividida social y políticamente por un esfuerzo realizado que, encima no da réditos promocionales ni para el turismo, ya que está más allá del puesto 40 del ránking mundial y no hay perspectivas de mejorar mucho más. Los dioses del Olimpo también le dan fuego a quien no tiene tea.

Aprendamos de ello, porque tampoco Córdoba puede presumir de aprovechar toda oportunidad.