No se preocupen. No se han confundido de sección ni yo les voy hablar del presentador Roberto Leal. Pero no me digan que no tienen la tentación de simular a Mónica Naranjo y celebrar una edición de Operación Triunfo teniendo de concursantes a lo más granado de nuestra clase política.

Ríete tú del karaoke. Sería impagable nominar para abandonar la Academia al fantasma de Flandes, aunque fuese por videoconferencia, quien se ha convertido en el mejor seguidor del capitán Francesco Schettino, uno de los grandes personajes de la historia universal de la infamia, conocido por la huída de sus responsabilidades. O someter al delfín de Arturo Mas, el hombre menguante que perdió todos sus envites, a la censura del jurado popular, con la familia Pujol haciéndole los coros. Claro que, en nuestro particular reality, no podría faltar la inigualable actuación de Zoido con sus muchachos, que lo mismo hacen de Piolín el albergue de la Benemérita que te dejan 20 horas atrapado en tu auto en mitad de una autopista de peaje con las primeras nevadas del inesperado invierno. Podríamos invitar también a estrellas internacionales como Silvio Berlusconi, para compartir experiencias y crear redes.

Expulsados en ediciones anteriores grandes solistas de la talla de Jaume Matas, Pedro Antonio Sánchez, Francisco Granados o Ignacio González, la competencia es tremenda para confusión del espectador. Esta semana, Pedro Sánchez interpreta canciones top de los años 60, pidiendo que la banca pague los descosidos del sistema, solucionando de un pis pas el problema demográfico y de política de bienestar para cubrir el coste de las pensiones. Pero el caudillismo del populismo también cuenta con otra estrella que no quiere perder posiciones y, en mitad de la tempestad, se ha puesto a cambiar de nombre al barco: ahí está el profesor Pablo Iglesias barajando marcas que vender al consumidor, quemada en las encuestas la oferta de Podemos que, en rebajas de saldo, sería más bien Pudimos después de todas las purgas internas.

El jurado lo tiene complicado para nombrar al mejor de la semana. Son tantos los desafines que el público duda a quien votar, o si levantarse del sillón y apagar la tele directamente. No se aflijan, porque hay ediciones de OT para rato.

El casting en la Audiencia Provincial de Sevilla reúne a 22 aspirantes, y en la Audiencia Provincial de Barcelona el día 15 se conocerán las notables incorporaciones por el expolio del Palau de la Música. Pendiente de lo que la Audiencia Nacional manifieste, en rigurosa desconexión y con largas colas de aspirantes, respecto del caso Gürtel, Rodrigo Rato sigue apoyando a sus correligionarios de filas. Todo un espectáculo de entretenimiento, en la legislatura con menos leyes de nuestra historia.

* Abogado