Siempre me ha conmovido el poema de Antonio Machado Al olmo seco , del libro Campos de Castilla . No solo por la descripción metafórica que hace de la vida humana y del paso del tiempo en nosotros, sino, sobre todo, por la invitación a florecer. La esposa de Antonio Machado, Leonor, se puso enferma de tuberculosis y estaba esperando lo peor en su lecho. El poeta, que la ama intensamente, no se separa de su lado en su casa de Soria. En un momento sale a dar un paseo por las cercanías del Duero, entre san Polo y san Saturio, y se encuentra con el olmo seco al que le ha brotado una rama verde, preludio de la primavera. Y Machado en una preciosa traslación, descubre en ese olmo seco la enfermedad traicionera de su esposa. La vida es como un tronco seco que, por valles y barrancas, se desliza hasta el mar que es la muerte. Pero aún queda esperanza: esa rama verde que ha brotado en el tronco carcomido. Y Machado termina el poema con unos versos iluminados: "Olmo, quiero anotar en mi carne / la gracia de tu rama verdecida, / mi corazón tambien espera / hacia la luz y hacia la vida / otro milagro de la primavera". Me viene a la memoria la imagen del olmo seco, donde el poeta encuentra un rayo de esperanza, en la hoja verde, en estas jornadas de oleajes políticos, donde cabalgan los que creen que lo han ganado todo y se desesperan los que creen que lo han perdido todo. Tagore, poco antes de morir, a los 87 años, nos dejó estas palabras: "Lo tengo muy claro: si no puedo cruzar una puerta, saltaré por la ventana o abriré una nueva. Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente". Y nos vendrán bien los versos de Mario Benedetti: "No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo... Aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, retomar el vuelo". Todos ganamos y perdemos en los diferentes paisajes de la vida. Lo importante es luchar por nuestros grandes ideales.

* Sacerdote y periodista