Susana Díaz ha entrado en harina en su lucha por la secretaría general del PSOE. Ha sido en una reciente entrevista en Telecinco, publicada por este diario y la verdad es que ha dejado claro que ella lo tiene cristalino. Y esa claridad, sinceramente se agradece por parte de los que creemos en el socialismo democrático español. Entre otras cosas porque como ella misma dice uno de los problemas por los que en las últimas elecciones el socialismo se ha convertido en su propio sucedáneo es porque el votante socialista de siempre no ha identificado precisamente a ese PSOE de siempre. Esta afirmación ha sido uno de los primeros aciertos del análisis de Díaz. Pero ha hecho más. Ha hablado de liderazgos cesaristas, apelando al equilibrio estatutario entre la participación de la militancia, las consultas directas y los órganos del partido. Es obvio, que si hay alguien que ha quedado retratado en este cesarismo de partido es Sánchez, a la sazón Pedro. Pero Susana sigue poniendo las cosas en su sitio. Ha dejado clara otra circunstancia. El socialismo español actual no es solo y exclusivamente una ideología que se interprete por ciencia infusa de sus líderes, sino que se debe a un proceso de evolución ideológica basado en su propia historia y su adecuación a los nuevos tiempos de modernidad y progreso no sólo español, sino europeo. Dicho de otra manera, no es la ocurrencia de un líder. De nuevo queda plasmado Sánchez. Por supuesto a Pablo Iglesias no lo deja atrás, y hace muy bien porque el pablismo es una bacteria contra la que se debe de vacunar el socialismo español pues ha dejado demostrado que si no se está fino, puede hacer mucho daño desde dentro y desde fuera. Aunque donde lo ha bordado Díaz es en señalar a los que desde dentro del PSOE y desde fuera alimentan el odio y el rencor indiscriminados. Esto quizá sea lo que más daño le hace al PSOE y a todos los ciudadanos.

* Mediador y coach