La obsolescencia refiere la cualidad de obsolescente. Hace mención a lo que se vuelve obsoleto, antiguo, que cae en desuso. No les descubro nada nuevo si digo que sus electrodomésticos y aparatos tecnológicos tienen una «obsolescencia programada», tan de moda ahora, una vida útil predeterminada por sus fabricantes, sabedores de que cuando pasen unos años habrá algo nuevo mucho mejor, por lo que la reparación ni la contemplan.

Si nos paramos a pensar, la obsolescencia está cada vez más presente en todo lo que nos rodea y eso, cuánto menos, me da vértigo, mucho vértigo, producto seguramente de la edad, obviamente de la mía.

Cuando tenía la de mis hijos, la obsolescencia ni existía, ni se la esperaba. La ropa era para toda la vida, o desde luego para mucho más que una triste temporada, mientras que hoy nos vestimos con diseños de última tendencia, pero de calidad obsolescente, imposible de rescatar tras décadas de naftalina cuando la moda, tan cíclica, los convierte de nuevo en tendencia.

Las medias se llevaban a «coger» mientras que hoy se tiran a la basura, algunos días hasta por pares; los coches se reparaban hasta la extenuación durante años y los yogures no tenían fecha de caducidad, sencillamente porque se hacían en casa a diario con la yogurtera. Hasta las relaciones personales, ya fueran de amor o amistad, eran teóricamente para toda la vida y nadie se planteaba lo contrario. Hoy por hoy convendrán conmigo en que hasta el amor es obsolescente o, lo que es lo mismo, tiene fecha de caducidad.

Todo lo que nos rodea sabemos que un día, cada vez más próximo, dejará de ser útil y !hasta los bonos regalo inexplicablemente también caducan!

Sustituir lo obsolescente por algo nuevo es lo que manda, nada de arreglos, excepto si hablamos de nosotros mismos. Mientras que impera lo efímero, los humanos nos resistimos a asumir que la obsolescencia también nos alcanza a nosotros. Así que nos reparamos, nos tuneamos hasta la extenuación, nos aplicamos tratamientos, lifting, dosis de vitaminas, prótesis y lo que haga falta... todo menos asumir nuestra obsolescencia. Que salimos de fábrica con una fecha marcada y que no hay arreglo posible, olvidando que mas vale ser feliz mientras duremos, que durar más allá de una vida feliz. Como las lavadoras.

* Abogada