Con el tema de los romanos, y como coloquialmente se dice, se me ha calentado la boca. Verán: la pasada semana elogiaba la iniciativa del Cabildo de colgar en internet con un espectacular lujo de detalles el avance de la excavación de la segunda puerta y elogié la labor de Desiderio Vaquerizo para divulgar la riqueza arqueológica de Córdoba (como actualmente con el ciclo de conferencias Los barrios de Córdoba en la historia de la ciudad). Luego he estado estos días releyendo a Alberto Manuel Monterroso, con toda la pasión que pone al revivir la Córdoba romana, y guardé la tercera entrega de la serie de reportajes que Teresa Muñiz publica en este periódico para acercar a los cordobeses a sus raíces de hace MM (2.000) años.

Y claro, tan metido andaba en cosas romanas que caí en recordar uno de los episodios recientes más polémicos de la historia de la ciudad. Y me refiero a cuando en MCMLXXXV (1985) se dio carpetazo al proyecto de aparcamiento en el Gran Capitán, se enterraron los restos y se construyó encima el actual bulevar. Me pregunté, ¿y si desenterramos los restos medievales y romanos del bulevar del Gran Capitán? Lo sé… ¡Ahí es nada!

Pero no hablo de una obra faraónica tras quitar la arena vertida sobre los MMMD (3.500) metros cuadrados que se excavaron en su día para volver a tapar los hallazgos. Ni siquiera defiendo que se ponga en valor una pequeñísima zona, aunque no estaría mal para empezar y supongo que sería factible. A fin de cuentas la Mezquita tardó, sin prisas, más de CC (200) años en tener sus volúmenes actuales desde Abderramán I a Almanzor y, francamente, nos quedó muy bien a los cordobeses.

Lo que me pregunto es si hoy en día, con una sociedad más sensible e informada, con algún recurso más que en MCMLXXXV y siendo Córdoba ya un destino turístico, alguien ha echado números de cuánto costaría liberar los restos y crear una pasarela translúcida sobre ellos, un centro de interpretación o cualquiera de las mil fórmulas para sacar partido a un bulevar que sería singular en Europa Occidental y un reclamo patrimonial, cultural y turístico único en el mundo.

¿Cuánto costaría? ¿Qué sistemas de explotación público o público-privados existirían? ¿Qué impacto económico a corto, medio y largo plazo se obtendría? ¿Cuál sería su efecto en el turismo, la hostelería y la imagen de la ciudad? ¿Qué empresas podrían beneficiarse directa o indirectamente de la actividad cultural y social creada? ¿Qué réditos lograría el comercio de la zona? ¿Se crearían firmas culturales? ¿Se aprovecharía el espacio para eventos? ¿Qué impacto y prestigio lograría la ciudad y sus universidades? ¿Cuál sería la revalorización de las propiedades del entorno? ¿Qué retorno obtendría el Ayuntamiento por el incremento de la actividad económica? ¿Qué efecto habría en otros sectores, como los medios de transporte?

No sé. Ya digo: es un calentón de boca romano. Solo sugiero que, a pesar de que fuimos los cordobeses los que consolidamos en el occidente europeo las cifras arábigas, en vista de lo mal que se nos da últimamente en los proyectos… ¿por qué después de XXXIII (33) años no echamos unos números romanos? Lo mismo en algo nos cuadran las cuentas.