La Iglesia Católica, además de los millones de fieles que la configuran, cuenta lógicamente con una organización compuesta por personas y como tales cometen errores y algunas veces de bulto, es decir que quizás no acierten sobrevalorando los vestigios bizantinos de los arcos, capiteles y columnas de nuestra Mezquita-Catedral, pero dicho motivo no justifica que se les llame «talibanes católicos». Como sabe cualquiera, los «talibanes» tienen un trato marginal sobre la mujer, como azotarlas si no visten acorde con sus reglas (tapadas hasta los tobillos) y someterlas durante toda su vida, siendo su fin principal el de la procreación. Son muchas las cosas que distancian a las autoridades católicas de los talibanes, y estimo que no todo vale contra la Iglesia, que dentro de ella habrá unas personas mejores que otras, pero no debemos de olvidar que gracias a las Cáritas Parroquiales, Casa de acogida (Madre del Redentor), conventos religiosos, ONG y los abuelos, están colaborando a salir de una crisis tremenda.

El mensaje de la Iglesia es llevar el bien a los más desfavorecidos por todo el mundo, son miles y miles los misioneros, religiosas y voluntarios que jugándose su vida, están dando testimonio de amor, siendo Jesús el único motor que los mueve a tan loable empresa. La última JMJ nos ha mostrado que la Iglesia que dirige el Papa Francisco cuenta con una magnífica cantera.