El alcalde de Córdoba, el popular José Antonio Nieto, visualizó ayer en el Pleno ordinario de mayo su tercera remodelación municipal aprovechando la ocasión que le servía en bandeja la marcha de la ya exconcejala Rosario Alarcón del Ayuntamiento cordobés al Parlamento andaluz, del que forma parte tras las elecciones del pasado 25 de marzo.

Nieto no ha hecho una simple remodelación del organigrama de áreas municipales, ni un mero intercambio de nombres. Ha ido más allá y ha ideado una reestructuración a fondo de competencias y responsabilidades en las que se percibe que el alcalde de Córdoba ha hecho un sano y valiente ejercicio de autocrítica. Un cambio tan radical solo puede responder a la convicción de que este primer año de gestión, condicionado por un doble contexto electoral y sus consiguientes consecuencias no le ha dejado a Nieto la impresión de que su primer diseño era el que mejor potencial ofrecía para las necesidades de Córdoba. Por otra parte, la actualidad ha ido poniendo en el camino pruebas de fuego en algunas áreas que, posiblemente, le han ayudado a precisar el perfil de sus colaboradores. Lo que a primera vista se aprecia es que el presidente de la Corporación municipal ha cambiado a los ediles de las áreas más polémicas.

Tras este casi año de gobierno --la nueva Corporacion municipal cordobesa se constituyó en junio del 2011-- estamos ante una reorientación a fondo: se refuerza la idea de que existía un equipo de gobierno con ciertos desequilibrios y se potencia una especie de núcleo fuerte --que mantiene o aumenta sus responsabilidades-- frente a otro grupo que pierde competencias y se queda en ámbitos menos claves a partir de estos momentos.

UNA DOBLE CONCLUSION

Como ejemplos de esta doble conclusión vemos cómo Rafael Jaén --cuya gestión saltó a la palestra en la organización de la Velá de la Fuensanta-- deja sus competencias en la concejalía de Fiestas con la singularidad de que la Semana Santa se sale del ámbito de las Tradiciones --que competen a Amelia Caracuel, responsable de toda el áera festiva-- para quedarse en el del propio Jaén. Ricardo Rojas deja Empleo, María Jesús Botella pierde Educación, Laura Ruiz, Participación Ciudadana, etcétera.

El acento que le ha puesto a su núcleo duro incluye tanto a los que mantienen intactos sus dominios como los que los aumentan --en especial Rafael Navas-- o incorporan áreas de especial relevancia --Seguridad, Participación, Personal...--

En definitiva, si la oposición tiene razón en que este cambio supone un implícito fracaso al menos en la imagen de un gobierno sólido, también lo es el hecho de que en política el vicio de camuflar los errores y eternizar la incompetencia es más común que el de rectificar desde una lectura autocrítica y responsable. Sobre todo si se hace cuando todavía quedan más de tres años de mandato. El tiempo dirá si estamos ante el impulso que viene de un acierto o ante un subrayado más de inestabilidad política. Confiemos que sea lo primero.