Colombia encara un nuevo ciclo político tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ganadas por el derechista Iván Duque. Superadas las negociaciones con la guerrilla que, no sin enorme dificultad, fraguaron en el acuerdo de paz hace año y medio, el nuevo presidente deberá pilotar la transición hacia una normalidad política y administrativa de la que había carecido un gran país que dispone de enormes recursos. Duque era el candidato promocionado por Álvaro Uribe, el expresidente que con su oposición a aquellos acuerdos con la guerrilla había intentado deslegitimar a Juan Manuel Santos, el mandatario ahora saliente que los había firmado. El ganador, definido como el rostro amable de una derecha dura, se ha alzado con la victoria (54%) con el compromiso de cambiar algunos acuerdos con la guerrilla de las antiguas FARC, uno de los puntos de la campaña más espinosos. Sin embargo, al aceptar el resultado de las elecciones lo hizo con un discurso conciliador en el que se puso como objetivo unir al país y dejar atrás todo revanchismo. Tras 52 años de guerra civil, esta debería ser la política a seguir en el posconflicto, la de huir de todo desquite vengativo y no dejar que se pudran situaciones que dichos acuerdos de paz aún no han resuelto. Habrá que ver si Duque tiene realmente agenda propia como dejaban entrever sus primeras palabras u obrará al dictado de un Uribe que siempre se opuso a los acuerdos de paz. Duque había hecho campaña en el referéndum del 2016 contra aquellos pactos. Además de este tema central de la política colombiana, el presidente tendrá sobre la mesa otro asunto peliagudo, el del deterioro de la situación en Venezuela que está empujando a miles de ciudadanos de aquel país a cruzar la frontera y que genera desestabilización sobre el terreno y en el marco de las relaciones entre los dos vecinos. El nuevo mandatario encontrará en la oposición del izquierdista Gustavo Petro un bloque que debería mantenerse compacto. Esta ha sido la primera vez que la izquierda pasaba a la segunda vuelta, en la que ha obtenido un nada despreciable 42% de los votos. América Latina necesita más que nunca una Colombia estable cuando Venezuela se hunde literalmente en la miseria, a Brasil la sigue ahogando la corrupción y Argentina está en plena crisis.