Algún pellizquito de pesar producen, por mucha distancia que se quiera tomar, esas aulas presididas por un mapa de Cataluña que presenta a los niños su «nación» como una isla sin vecinos, un triángulo irregular solitario y altivo, o ampliado hacia Valencia, en ese afán expansionista de los Països Catalans. Al este, el Mediterráneo. El resto, territorio ignoto. Da pena esa exclusión, esa negación del otro en la que el independentismo basa su propia afirmación. Esa memoria histórica selectiva, como podría ser la nuestra al recordar que en el siglo X Lérida y Tarragona eran Califato de Córdoba. Cuánta tontería. Qué distinto de nuestro «sea por Andalucía libre, España y la Humanidad» que a lo mejor pronunciamos por ser pobres, y, por tanto, más solidarios, pues la riqueza ya se sabe que produce soberbia y ese sentimiento de «porque yo lo valgo» que recogen los anuncios de L’Oreal.

Caemos de nuevo en la tentación de glosar el bucle catalán, el «te lo digo te lo repito» en sus infinitas posibilidades, dejando atrás nuestro propio bucle, nuestro propio mapa. El mapa de Andalucía, que ya se intuye perdedora en el conflicto catalán, donde el dinero será finalmente la mano conciliadora del independentismo, mano estatal que seguirán mordiendo una vez se llenen el bolsillo mientras crece ese odio --de ida y vuelta-- inesperado. Y el desprecio... «¿Qué se come en Córdoba?» me preguntaron no hace tantos años, e hice como si creyera que me preguntaban por los platos típicos, cuando en el fondo se estaban poniendo en duda otras cosas.

Salir del bucle catalán y entrar en el bucle andaluz, en el bucle cordobés, donde tanto y tanto se repite, un año tras otro, sin que los problemas se oxigenen y resuelvan, acumulando agravios. Quizá los ciudadanos andaluces y cordobeses deberíamos aprender de la infame impertinencia de algunos dirigentes catalanes, pues tenemos mucho que reivindicar, y sin necesidad de instalarnos en la mentira. La noche del lunes, en nuestro Foro 75 Ideas para Córdoba, hubo un debate interesante sobre tres aspectos de desarrollo de la ciudad, pero al final el titular del periódico tuvo que ser, porque así concluyeron los ponentes: «Rabanales 21, la ronda Norte y la revitalización del río, por redefinir». Ojo, la primera definición de estos proyectos ya no es válida, pues ha transcurrido el tiempo sin ejecutarlos, y hay que volver a repensarlos y a decidir cómo se va a actuar. Ahí está el bucle de Córdoba, la inacción, la falta de ambición, el irresponsable conformismo.