Les iba a comentar otra cosa pero me llega, con urgencia estremecedora, esta crónica que recojo a retazos y que, a pesar de muchos cristianos incluso paisanos suyos, nos manda Juan José Aguirre, el obispo cordobés que lleva 35 años entregado a los más vulnerables en el corazón de Africa, ese continente donde nació el ser humano y al que no queremos mirar. «Vivimos caminando sobre una cuchilla de afeitar y soportando los golpes bajos de la economía mundial, como la lucha por el control del coltán para fabricar móviles y ordenadores. En realidad, estamos asistiendo a una depredación sistemática del continente africano», reconoce el obispo.

Hace unos días los rebeldes cristianos antibalaka asesinaban en República Centroafricana sin piedad a la población musulmana por el hecho de serlo, y este luchador por la dignidad humana se interpuso de escudo para que no disparasen a las mujeres y niños que permanecían refugiados en una mezquita. Ahora, señala, las cosas en Bangassou siguen igual: el gobierno ausente, los cascos azules ineficaces, 2.500 musulmanes indefensos, la mayoría mujeres y niños y los antibalakas presionando para matarlos. Si llevas a uno en el coche para el hospital y lo encuentran, le pegan un tiro. Anoche dieron a luz dos mujeres en el seminario; en medio de la multitud dos cabecitas asomaron a la vida en un lugar donde mañana podrían ser sacrificados. Viven hacinados. Pero no podemos darles nada mejor. Estos musulmanes, comenta Aguirre, no tienen nada que ver con los bestias que atacaron Londres hace tres días. Estos criminales en Europa y Oriente, en Nigeria y Mali, han sido financiados por petrodólares y ya habéis leído que 7 países han roto relaciones diplomáticas con Qatar. Pienso que alguno de esos que se hacen pasar por inocentes, están dentro hasta el cuello, sin excluir ni al Tío Sam ni a las compañías que financian el terrorismo desde el corazón de Europa, para nuestra desgracia.

Advirtió el misionero comboniano que el mismo talonario que pagó los mejores jugadores del fútbol catalán, sirvió para financiar el terrorismo. Pero el dinero lo compra todo, incluso el honor y la bandera de un club que ha dado al fútbol español tantas alegrías. De hecho, el nombre de Qatar y la bandera del club se hermanan en la misma camiseta.

Con su testimonio ejemplar, y a través de la Fundación Bangassou, mantiene su misión de lograr la convivencia entre cristianos y musulmanes, algo que muchos, unos con turbante y otros con corbata, insisten en tirar por tierra en todas las latitudes. Otro paisano, Al Zubaydi, preceptor del califa cordobés Alhakem II, ya dejó escrito hace once siglos, que todas las tierras en su diversidad son una, y los hombres todos son vecinos y hermanos.

* Abogado