¿Es posible una Constitución universal de internet? Puede parecer poco menos que una fantasía en un mundo en el que la desregulación de la economía --e internet mueve montañas de dinero con sólo pulsar una teclas en un smartphone-- avanza sin tregua. Y sin embargo, esta Constitución, o algo que se le parezca mucho, es lo que se proponen los sectores más activos que operan y se mueven por la red; y al frente de ellos, nada menos que Tim Berners-Lee, el padre de internet tal como lo conocemos en la actualidad. En el Internet Governance Forum que se celebrará en noviembre en Brasil se intentará avanzar hacia esa reglamentación mundial, con una filosofía muy clara: asegurar que internet será en el futuro una herramienta al servicio de los ciudadanos y de su progreso, no un sistema de control y dominación por parte de los poderes políticos y económicos.

LOS PRIMEROS MOVIMIENTOS

Se parte de una iniciativa ya aprobada por el Congreso italiano, pionera a nivel mundial en intentar poner orden en un campo con numerosas lagunas a la hora de actuar los jueces, que establece los derechos de los ciudadanos en su relación con internet, con tres aspectos destacados: la protección de los datos personales, el derecho al olvido y la neutralidad de la red. Los dos primeros objetivos encuentran muchas resistencias por el enorme negocio que supone para las compañías del sector la captación, acumulación y procesamiento de datos personales con objetivos comerciales. El derecho al olvido ha promovido numerosas causas desde su reconocimiento por parte de los tribunales internacionales. La neutralidad es otra demanda básica para que la capacidad económica de los ciudadanos no acabe pesando decisivamente a la hora de acceder a la red y esta siga ofreciendo igualdad de oportunidades, respetando un claro principio de universalidad. Estos son los ejes del debate hoy, a años luz ya del que hubo a finales del siglo pasado, cuando España fue pionera al aprobar en el Senado una carta de derechos de los internautas en la que se iba poco más allá de reclamar que no hubiera discriminaciones de ningún tipo en el acceso a la red.

UNA HERRAMIENTA INDISPENSABLE

Los tiempos han cambiado. Internet es imprescindible en el mundo de hoy, y no solo en las sociedades desarrolladas. Es ya inimaginable un mundo sin la fuente de conocimiento y el poder de comunicación que supone la red. Como tampoco es imaginable, por la propia estructura física y conceptual de internet, que tenga una Constitución distinta en cada país. Son precisas iniciativas que culminen en una carta de derechos de ámbito mundial. No debería ser imposible, aunque con seguridad no será fácil.