El presidente de la República de Cataluña grabó el momento del triunfo tras su guerra incruenta por la independencia en un obelisco, semejante a un castellet, levantado en un cruce de la Diagonal. Esa gran columna, tallada y policromada como un tótem, conmemoraba no solo el logro de la secesión sino que expresaba el odio al enemigo español. Con esta gran piedra esculpida acababan de extraer a Cataluña de la realidad.

La primera sesión del Parlamento de una Cataluña independiente se dedicó enteramente a revertir la jurisdicción hasta ese momento imperante mediante la aprobación de una nueva Constitución. Conocían el riesgo de aceptar en su territorio a españoles que no quisieran tomar la nacionalidad catalana, porque se sospechaba que intentarían establecer sus propias normas y continuarían hablando español. Aprobaron una ley por la cual todo español residente en Cataluña que renunciara a su nacionalidad y tomara la catalana sería protegido de aislamiento social e incluso de expropiación. Era un modo de mantener apaciguados a esos enemigos potenciales. Años más tarde, el segundo presidente de la República catalana fue una mezcla de visionario y oportunista. Consiguió del Parlament una ley electoral por la que se precisaba obtener en todas y cada una de las veguerías al menos el 10 por ciento del resultado de las urnas para poder alcanzar un escaño en tan alta cámara política. De esa forma, durante un largo tiempo, solo estuvieron altamente representados en el Parlament Convergencia y Ezquerra.

Todos los poderes fácticos del nuevo Estado-Nación (iglesias,mezquitas,notables locales, patricios) aceptaron las reglas de juego porque esperaban obtener más concesiones. Muchos de ellos eran oportunistas, cuyo único objetivo era tener más poder en la localidad,en la veguería y aumentar su patrimonio personal. La realidad se impuso y el aislamiento comercial de la nueva república estaba haciendo de Cataluña un territorio empobrecido, ingobernable, despoblado,militarizado y con unas fuerzas armadas politizadas. Cada una de las antiguas provincias, desarticuladas en veguerías, llegaron a ser núcleos de pequeñas repúblicas. Esta decadencia trajo consigo leyes que autorizaban el expolio bajo el principio de la "catalanizacion", no solo de los inmuebles y bienes pertenecientes al Estado español sino los de algunos empresarios y ciudadanos que no comulgaban con el secesionismo. La "catalanización" fue la culminación de un largo proceso y periodo que había comenzado con el decomiso del puerto de Barcelona, el aeropuerto del Prat y la estación de Sants. Pero Cataluña estaba siendo víctima de su propio éxito,pues era difícil controlar la frontera aragonesa y mucho más la valenciana. El nuevo Estado tuvo que permitir el acceso a empresarios extracomunitarios, que empezaron a actuar como áspides destructores de lo que con tanto esfuerzo habían realizado allí los españoles. La condonación de impuestos a esos inversores y la vista gorda al contrabando por tan larga y sinuosa frontera había hecho de esta República en parte un oasis fiscal y en parte una guarida de ladrones. Mientras tanto fueron acabando con los quintacolumnistas españoles que todavía luchaban por la reinserción y reunificación con España. Fue este un periodo de oscilación de deslealtades, de ambigüedades en las autoidentificaciones y filiaciones,propio del semillero de una guerra civil.

Pero la Independencia seguía ejerciendo en la mente de muchos republicanos catalanes extraña fascinación a pesar del gobierno tiránico que habían elegido. Se estaba creando, tras los primeros quince años de la secesión, cierta división entre catalanistas y universalistas, como semilla del caos de esta sociedad. Durante estos tres últimos lustros hubo adeptos a la retórica del odio a lo español que gozaban mofándose de los españolistas, verdaderos reaccionarios.

Para poder sufragar los gastos del nuevo Estado se acudió a más impuestos y al expolio por parte de quienes fueron reclutados como secesionistas, verdaderos depredadores, que ocuparon viviendas y empresas. El ethos de venganza se intensificó en ese periodo de decadencia y creció el ritmo de la expropiación. Los tribunales ordinarios no eran fiables pues juristas bien colocados en la influencia del poder monopolizaron las togas. Cuando la izquierda gobernó Cataluña se crearon tribunales populares,nombrados por intereses políticos que eran discriminatorios a favor de los independentistas y contra los españolistas. En verdad, aquellos que no optaron por la nacionalidad catalana fueron considerados "extranjeros" y perdieron derechos, incluso el de emitir sufragio en las elecciones al Parlament con el fin de que los españolistas no estuvieran representados en aquella Cámara. Los abogados hicieron su "agosto" no solo por sus gruesas minutas sino porque adquirieron participaciones en negocios, solo reservados para políticos y amistades secesionistas. La nueva República sin oro blanco ni negro entró en recesión y algunas potencias extranjeras intentaron forzar su presencia en este territorio para dañar el flanco sur de Europa. Europa siguió desentendiéndose de la grave situación que consideraba solo un problema de España, de acuerdo con el Tratado de Roma.

Si no se remedia, estas líneas no serán una fábula de verano.

* Catedrático emérito de la UCO