Un chico va en el tranvía y una chica se sube. Al principio se «cruzaron las miradas», recuerda él. A él no le pareció que «estuviera animada, no hablaba ni con sus amigas». Ellas se bajaron y la chica se quedó en el tren, sola. Pese a los gestos que el joven le hizo para que bajara con él, ella no reaccionó.

Al día siguiente él cuelga decenas de carteles por toda Murcia con este mensaje: «Ojalá te hubiera tendido mi mano. Solo quería sacarte una sonrisa y llevarte a cenar». Una cena que se ofrece a sufragar la marca de cerveza Estrella de Levante, que se comprometió a pagar una velada «a la altura de esta fantástica aventura». El domingo, por fin, el chico del tranvía encontró a la chica de la que se prendó cuando volvía a casa. Es posible que la chica del tranvía quedara con Sergio simplemente para decir que por favor parara aquello. Porque Sergio la expuso públicamente sin que ella se lo pidiera o lo aprobara. Describió en el cartel cómo iba vestida, su corte de pelo, su estatura, cómo era su amiga ( pelirroja) a qué hora exacta había tomado el tren, el trayecto... En una ciudad de 400.000 habitantes, mucha gente pudo reconocerla. Sergio no le hizo un favor, sino una mala pasada.

El caso es que la historia de... ejem, ¿amor? ha despertado una enorme polémica. Desde que Sergio Moreno apareció en los medios explicando su búsqueda ha generado multitud de críticas por confundir romanticismo con un comportamiento «intrusivo de la intimidad», o «acosador».

Todas las mujeres hemos pasado por la experiencia de ir sola en un tren, un autobús o un vagón de metro, y tener enfrente a un hombre que te mira de forma insistente. Es molesto, desagradable, irritante y violento. En muchos casos, te bajas del vagón de metro o del tren. En este caso en particular el chico hizo señas a la chica y ella no se dio por aludida. Eso debería haberle dejado muy claro que ella no quería nada con él.

La sociedad no puede controlar el comportamiento individual de una persona. Pero lo que no debe es glamourizarlo a nivel social. Lo que es vergonzoso es que una marca de cerveza califique un comportamiento intrusivo y agobiante de «fantástica aventura» y lo promocione y legitime socialmente en una campaña de márketing absurda.

Creo que la marca de cerveza ha perdido probablemente la simpatía de muchas mujeres.

¿Recuerdan aquel anuncio de «cuando un desconocido te regala flores eso es impulso»? En realidad, no es impulso, es acoso. Las flores solo son aceptables si, y solo si, el desconocido ya ha dejado de serlo, no antes. La frontera entre el mito del amor romántico y la privacidad de una mujer es tan frágil como un tabique de obra.

Además, el amor no es un flechazo a simple vista. El amor se construye cada día y se basa en algo más que en una simple atracción física, Se basa en respeto, en ideales y proyectos comunes, en igualdad. No en una fantasía de «proyecto en tu belleza mis sueños como si tu belleza fuera una pantalla y me quiero convertir en el príncipe que te rescata». Porque los príncipes azules galopaban en corceles blancos, no viajaban en tranvía.

* Escritora