Voy a hablar de Congresos y, por ende, de ese maravilloso Palacio, orgullo de Córdoba, que ha sido convertido en moneda de cambio de apetencias personales por todos los políticos que han tenido responsabilidad con él. Y no le echemos la culpa de su situación actual a los ayuntamientos de distinto signo que han ido pasando. La culpa fue, en su día, de la Diputación Provincial cordobesa que, sabiendo lo que significan los congresos para el desarrollo del turismo en nuestra Córdoba, regaló nuestro Palacio a la Junta de Andalucía, aunque como una muestra más de incongruencia, la Diputación se dedica desde hace años a organizar todo tipo de eventos. La Junta no ha hecho nunca aprecio de nuestro Palacio y sí de los existentes en Sevilla y Málaga, que se han beneficiado del abandono al que su desidia ha sumido a Córdoba.

Y duele pensar que todo esto pasa porque alguien quiso mejorar lo que era difícilmente mejorable. Un pequeño grupo de personas, hoy olvidadas, con enormes profesionales a la cabeza, habían hecho realidad que Córdoba pudiese ofrecer importantes congresos en el mejor marco posible, pero alguien pensó que una modificación ligera permitiría traer congresos de mayor número de personas y empezó la cadena de errores. Todo se elige mal y sale mal. Durante las obras, siguen adelante los ceramistas vendiendo y los empleados, profesionales, dando los servicios posibles, organizando eventos de todo tipo, dando la cara, no solo por su empresa, sino por la imagen de Córdoba.

Y a esos profesionales, que lo están dando todo, de la noche a la mañana los ponen en la calle, sin que nadie les explique nada ni cuenten con ellos para el futuro. Y sobrecoge que en tantos escritos y comentarios sobre este tema el problema de esta pequeña élite profesional no cuente para los responsables. Nadie habla de ellos.

Suscribo lo que dice Elena Martínez Sagrera, en su columna de este diario el pasado día 12 referente a los eventos que se han perdido durante estos tres años por la incapacidad de los responsables. Los datos que aporta indican lo que esto hubiera significado para la ciudad en turismo y trabajo y produce dolor e indignación.

El problema del Palacio de Congresos se agrava porque se une, no se sabe por qué, con el del Centro de Exposiciones, Ferias y Congresos. El Centro es un gran complemento del Palacio en el tema de exposiciones y ferias, pero su emplazamiento inadecuado en el Parque Joyero, su planteamiento y su realización, obra de un megalómano, hicieron que su posterior propietario, Kutxabank, que sabe lo que hace, se lo quitara de encima, regalándolo a los que piensan en la posibilidad de aprovechar el regalo para una importante actividad de este Centro de Exposiciones que fuerce a la posible realización del Metrotrén. Y Elena advierte, «¿cómo vamos a vender congresos en Córdoba, sin saber las fechas disponibles para ellos?» y a eso hay que añadir ¿cómo lo haremos sin contar con las personas que consiguieron en su día el reconocimiento profesional de los organizadores de congresos de toda España, empezando por los cordobeses?

* Relaciones Públicas