Ayer en uno de mis largos paseos decidí activar el ritmo con música y hete aquí que el Spotify, al seleccionar parámetros marchosos actuales, me colocó el Despacito de L. Fonsi. Escuchándolo con atención descubrí que el mayor éxito de la temporada no es para nada un himno a la sutileza («...sabes que esa beba busca de mi bam bam, pasito a pasito esa belleza es un rompecabezas y pa montarlo aquí tengo la pieza ...») y algo mucho peor, y es que la de Fonsi era la más sutil del machista repertorio.

El resto de soniquetes actuales que salieron me dieron auténtico estupor y pasé de la Mala Mujer» que le ha dejado a él cicatrices en todo su cuerpo con sus uñas de gel, a títulos como Climax, El Tiki u Obsesió», para pasar por el pegadizo himno al poliamor, ese que declara que «...y si con otro pasas el rato vamos a ser feliz, vamos a ser feliz, felices los cuatro... yo te acepto el trato y lo hacemos tol rato, felices los cuatro...» --por cierto que por más que lo oí no llegue a contar a más de tres--, para llegar al colmo de la sórdida cosificación femenina un tal Maluma que declara en una canción de traca estar enamorado de cuatro babys que siempre le dan lo que quiere y que chingan cuando y como semejante «animal» les dice.

Cuando me preguntaba alucinada cómo hemos podido llegar a esas letras y sus mensajes que hacen las delicias de nuestra juventud, colando subrepticiamente en su mentalidad para normalizarlas cosas que no lo son, recordé los mensajes que me llegaron a través de aquellas dulces melodías de Julio Iglesias, ora truhán ora señor, el mandato del Sr. Escobar con lo de «...no me gusta que a los toros te pongas la minifalda...», la cantinela que repetía de manera autómata jugando a las palmadas, el himno al feminicidio de aquel don Federico que «mató a su mujer, la hizo picadillo y la puso en la sartén», o aquella que después de merendar escuchaba a los payasos de la TV, a los que miraba embelesada y que decía eso de «jueves antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar, porque tenia que guisar...».

!De qué sorprendernos!... Aquellos lodos de estos polvos, pero cuidado porque de seguir así los lodos serán pantanos procelosos de tierras movedizas que engullirán cualquier dignidad femenina.

* Abogada