Según la tópica frase, "la música aplaca a las bestias". Pero el ruido disfrazado de música que a diario nos envuelve, naturalmente que no apacigua los ánimos. Al contrario, esa "seudomúsica" enerva hasta el paroxismo. Lo dijo Nietsche: "El verdadero mundo es música. La música es lo monstruoso".Se refería el pensador alemán a lo inmenso, a lo estremecedor y no a la deformación que sufre la música. Creo que necesitamos muchísimas profesoras de Educación Musical como Antonia de la Torre. He sabido de ella en, nunca mejor dicho, Contracorriente . Abundan los padres de alumnos/as que no valoran esa enseñanza. Y no se trata sólo de que la carrera musical tenga o no salidas. Está en juego la sensibilidad, la educación para comprender y valorar la belleza. Y es que, además, la musicoterapia ayuda a paliar cualquier discapacidad. Insisto en que la música es la mejor terapia para personas aparentemente sanas pero envueltas en el diario estrés de la ciudad donde impera el ruido. La gente en general, pero en especial los jóvenes que conducen al compás de una especie de tan tan de la selva, no tienen la culpa de tamaño desconocimiento y de tanta insensibilidad musical. Conecten con cualquier emisora a excepción de la Clásica de RNE. Sintonicen la TV salvo los conciertos matinales de La 2 . "No interesa esa música --dicen expertos--, a la gente le gusta otra cosa". Y yo digo, a la gente le gusta lo que a ustedes les interesa que le guste a la gente. Es más fácil cambiar de religión que de malos hábitos musicales, también el seudoflamenco.

*Periodista