Puede ser casualidad o no. Pero una semana después de que estallara el escándalo en el Reino Unido por el trato vejatorio y machista dado a las azafatas de una cena benéfica en Londres, la Fórmula 1 acaba de anunciar que elimina a las chicas de la parrilla de salida. La organización ha aclarado que, aunque la práctica se remonta a varias décadas, esa costumbre ya no casa con sus valores y es claramente contraria a las normas sociales. Las labores de las mujeres en este tipo de competiciones van desde entregar los trofeos y los peluches en los podios ciclistas, a ejercer de paragüeras en MotoGP o marcar la posición de los pilotos en la parrilla de la F-1, siempre con uniformes extremadamente cortos y ceñidos. Mientras sus homólogos masculinos aparecen como deportistas, triunfadores y estrellas del evento por sus capacidades, ellas se presentan como floreros sexualizados.

El debate de la conveniencia de mantener o no a las azafatas por al referente negativo de mujer que proyectan se ha visto salpicado de anécdotas que refuerzan la necesidad de acabar con esta práctica. Una de las más sonadas se produjo en el Tour de Flandes del 2013, cuando el ciclista esloveno Peter Sagan, segundo clasificado, aprovechó para pellizcarle el culo a una de las azafatas mientras ésta estampaba los ya tradicionales besos al ganador, Fabian Cancellara, en el escalón más alto del podio.

La tolerancia de la sociedad a este tipo de escenas, que hace unas décadas podían parecer simpáticas, como los chistes sexistas, es cada vez más baja. De ahí que la cena machista de Londres solo para hombres se haya destapado ahora, tras 33 años de historia del evento, y que la organización de la F-1 haya decidido eliminar ahora a las azafatas que proyectan una imagen distorsionada que no se corresponde con la realidad.

Las mujeres hoy quieren ser consideradas iguales a sus homólogos masculinos en todos los ámbitos porque tienen las mismas capacidades. Compiten en el Dakar como Laia Sanz, juegan a fútbol como Lieke Martens, son olímpicas como Mireia Belmonte y son mayoría en las universidades. La decisión de la F-1 es un aviso para navegantes para las empresas que quieran velar por su reputación. Esas costumbres del pasado ya no son aceptables.

* Periodista