Porque tú no eres una mujer bonsái; tú eres un árbol prodigioso, cada vez más amplio; hundes tus raíces en el misterio de la vida y alzas tus brazos hacia la libertad; los expandes, abarcas el cielo, creas certezas y cambias para más libertad lo que quiera convencerte de que no sirves, de que ya has alcanzado tus límites. Escuchas el alma del viento cuando pasa por tus brazos y tus dedos. Ningún jardinero te talará nunca ni recortará tu impulso; ningún guardabosques vigilará nunca el desarrollo de tu esencia. No hay animal que trepe por tu ámbito para poseer y destrozar tu altura, porque nadie te impondrá tus límites. No hay límites; solo surgir de cada noche a un nuevo día. Lanzas tus semillas de amor y libertad por el mundo, y creas más mundos, más árboles, más bosques. Tus frutos de felicidad son interminables. Otras mujeres llegan para mirarse en ti. Las abres a la luz, y crecen también para sí mismas y para otras mujeres. Porque tú ya eres para otras la raíz de los valores que conquistas. Nadie, nunca, pensará por ti, crecerá por ti, te sustituirá en tu tierra y en tu sol. Del miedo a las lluvias sacas el brillo para tus hojas. Del miedo a la noche encuentras nuevas estrellas y universos. Te agitan tormentas, pero siempre vuelves a erguirte, plena, fuerte, más segura y más tú misma. Una primavera en cada instante, continuamente renovada por tu afirmación en ti, te cura de inviernos y tristezas. Un transparente dosel de plenitud ensancha día a día un espacio cada vez más amplio sobre tu crecimiento. Nadie, nunca, recortará a su gusto tu desarrollo, porque aceptas el riesgo de pensar y vivir como te corresponde: libremente, desde ti misma y desde tus ilusiones. Decides, te liberas, sonríes, y creas otra raíz, otra rama, otro infinito más allá y siempre más allá. Y creces, creces, te haces grande, más en ti, más tú misma. No callas cuando quieres hablar y necesitas hablar, aunque lo que vayas a decir rompa la infantil y enfermiza armonía que sólo es la mordaza para ahogarte. Controlas desde ti misma qué pensar y qué decidir, porque aceptas el reto de vivir en tu camino. Los pájaros de la alegría anidan en tus ramas. Las brisas de tus sueños ocupan más espacios. Y de los nuevos vástagos de tus raíces, surges nuevo árbol más alto y más real.

* Escritor