Se nos perdió para siempre Pablo García Baena, poeta; como las hojas vencidas por el frío, como los sueños derrotados por la desilusión. De nuevo murió el poeta. De nuevo la palabra se quedó sin voz. Saltó de nuevo la carcajada de quienes matan al niño de su alma. Han florecido de nuevo en su mentira. De nuevo triunfa el silencio y los hados nos castigan con su sombra. Y el vacío de un mundo sin sentimientos que nos cobijen. ¡Qué nieve recorre las arterias! Y otra mano pisada para siempre por una lluvia de tristeza bajo el tiempo. Y la esperanza, muerta entre las horas. De nuevo no amanecerá el amanecer. La casa, fría. Las paredes preguntan por los pasos, las voces, las llamadas. Pero de nuevo ya no vendrá nadie. Se desvanecen los libros, los papeles y la pluma, que vertió luz sobre tantas palabras, aves de amor, ilusiones entre sueños. La paloma ya sin pálpito. El corazón detenido para siempre. Y lágrimas y lágrimas que nunca verá nadie. Vacíos, oquedades, ecos. Ya no hay más tiempo. De nuevo, mañanas que llegan como fiebre, tardes para la melancolía, noches eternas, calles sin el rostro que querríamos encontrar. Y la desolación de no poseer ya la voz de la inocencia. ¡Qué nada en el calendario! ¿Quién puede expresar ahora el dolor del último beso, de la última despedida? Alma de poeta, condenada a la soledad para que los demás alivien su soledad y tengan una voz que exprese su sufrimiento. El poeta vino solo de la eternidad, vivió solo, murió completamente solo. Para él no se creó el amor, ave inalcanzable, que siempre se escapaba al horizonte. El poeta gritó, lanzó sus manos, abrió su pecho, pero siempre estaba solo con la ausencia. Hasta que quedó muerto. Silencio. Los versos vagan por el mundo. ¿Dónde acaba por morir un libro? Aquel paisaje, aquella luz. ¡Tanta desolación! Parece que los recuerdos nunca comenzaron. El tiempo cura todas las despedidas. El poeta siempre acaba por callar. Y el alma vuelve a comenzar en su vacío. ¡Para qué un poeta! Flor en un páramo sin límites. Y vientos, lluvias, pasos hasta quebrar su tallo y destrozar sus pétalos. Ahora el mundo puede dormir tranquilo. Nada lo perturbará en su monotonía. Vaga el poeta por su insomnio. Se fue. Soledad en los pasos y los sueños. Solo la muerte no faltó a la cita.

* Escritor