En los flecos conmemorativos donde se enrredan mis actuales crónicas semanales en honor de nuestro Julio Romero de Torres, deseo significar que la singularísima personalidad del insigne pintor forma un todo indivisible en el que se integran el incalculable valor de su calidad artística y el constante homenaje a su áurea leyenda popular. En este aspecto, una de las líneas laudables más frecuentes está centrada en las canciones y coplas que de manera continua lo realzan y acompañan.

Como todas las cosas de este mundo, mi adhesión a las expresiones folclóricas que tratan de honrar al ilustre artista cordobés no son incondicionales ni absolutas. Me complace aceptar los elogios líricos-musicales de muchas composiciones y no comparto el valor documental que puede poseer una historia inventada, basada generalmente en un argumento de pandereta o de cromos de cajas de pasas.

En este aspecto creo que debe ser elogiada una famosísima canción, letra de Jofre y música del maestro Carlos Castellano, que leva por título "La morena de mi copla". Y que, servida por una melodía facilmente asumible, nos dice lo siguiente: "Julio Romero de Torres, pintó a la mujer morena, con los ojos de misterio, y el alma llena de pena. Puso en sus manos de bronce, la guitarra cantaora , en su bordón un suspiro, y en su pecho una dolora".

Seguidamente, remachaba el estribillo: "Morena, la de los rojos claveles, la de la reja floría , la reina de las mujeres. Morena, la del bordao mantón, la de la alegre guitarra, la del clavel español".

La segunda letra se afirmaba en la idea pictórica: "Como sacada de un cuadro, en el sentir de la copla, toda España la venera, y toda España la llora. Trenza con su taconeo, la seguirilla de España, y en su cantar un suspiro, en la Venta de Eritaña".

Como puede comprobarse, no se trata de un texto que sea dechado de perfecciones poéticas: en él afloran los ripios y, sobre todo el último, donde no tiene precio el de rimar España con Eritaña, palabra correspondiente al título de una popularísima venta de Sevilla. No obstante, sus salvedades, la letra se puede aceptar, porque todo su argumento, aunque incongruente a veces, no es otra cosa que la exaltación de las mujeres que servían de modelo a Julio Romero de Torres. Realmente, se trata de un canto de amor.

Claro está que el toque genial de la endecha reside en la música. Es arrolladora, comunicativa y convincente. Don que, por supuesto, era propiedad indiscutible de las notas compuestas por el maestro Carlos Castellano. Siempre que escribió logró llegar al corazón del pueblo. Era amigo entrañable de Rafaelito Romero de Torres --el hijo del gran pintor-- y como el músico venía con frecuencia a Córdoba, no era extraño verlos paseando juntos por las calles del casco histórico. Desde 1989 no sé nada de él, y me gustaría actualizar los datos biográficos que yo tengo, pero si pudiera ser, informándome sin preguntar.

Carlos Castellano Gómez nació en Montalbán, el 4 de noviembre de 1904 --el año en que Pío Baroja vino a Córdoba y empezó a escribir su novela La feria de los discretos --. En 1989, que fue el de mi última referencia, el maestro tenía, pues, 85 años, disfrutaba de muy buena salud y seguía escribiendo música. Entregado de lleno a la música popular española, el prolífico músico llegó a sumar una producción de cerca de 2.000 canciones. Cierto que entre las más divulgadas está "La morena de mi copla", de la que se han hecho más de doscientas versiones, y que se ha interpretado en casi la totalidad de los países del mundo.

Naturalmente, hay que añadir otras popularísimas, como "Bajo mi cielo andaluz", "El cordón de mi corpiño" y "La luna y el toro", etcétera.

Castellanos ha compuesto la música de treinta películas de éxito, y ha visto interpretadas sus obras por Estrellita Castro, Angelillo, Pepe Marchena, Antoñita Moreno y otras grandes figuras.Por eso, en el gran homenaje que la ciudad está dedicando a su

Julio Romero de Torres