Menos mal que el sentido del humor no se agota, ni siquiera ante la gravísima crisis de estado provocada por el independentismo catalán. El amago de declaración de independencia del presidente de la Generalitat se convirtió ayer en una broma con mil enfoques, en la que predominaba la vertiente de «hacer un Puigdemont». Para muestra, un botón: «Os invito a cenar y declaro la suspensión de la invitación, y pido mediación para que el restaurante nos invite... ¿Nos marcamos un Puigdemont?». O «no me apetece ir al trabajo, así que lo pongo en suspensión como Puigdemont».