La dimisión del fiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix, ya parecía cantada desde que se publicó que era copropietario de una sociedad patrimonial en el paraíso fiscal de Panamá. El caso de Moix repite lo que sucedió en abril del año pasado con el ministro de Industria, José Manuel Soria, cuyo nombre apareció en los papeles de Panamá. En los dos episodios se han producido las mismas excusas --que si la sociedad estaba inactiva, que si era de su padre, que si no la cerró porque sus hermanos no podían pagar los gastos--, hasta que la realidad se ha impuesto y el protagonista ha abandonado el cargo. Como en el caso de Soria, la dimisión de Moix ha llegado después de que Mariano Rajoy y el ministro de Justicia primero le apoyaran y después se desentendieran. Hay que decir que Moix ha reaccionado más rápidamente que Soria, pero las explicaciones dadas por el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, demuestran que el PP y sus altos cargos no aprenden. Decir que intentó persuadir a Moix para que no dimitiera porque no ve motivos solo puede conducir a que el próximo en dimitir tenga que ser el propio Maza. Además de las mentiras, ¿no hay nada reprochable en que el fiscal que tiene que perseguir a quienes ocultan dinero en los paraísos fiscales tenga una empresa en uno de ellos?