Oh, sorpresa! La pérfida Europa, además de ser la bruja mala para algunos, se ha vuelto facha, insolidaria, racista, xenófoba, malísima. ¡Oh, sorpresa! Pues, no sé, alguna explicación habrá para que en Alemania la extrema derecha (como en Francia, Holanda, Austria) ascienda y sea allí ya la tercera fuerza parlamentaria mientras que el centro-derecha y la socialdemocracia se den la costalada. Y ustedes dirán que a qué viene esto con la que está cayendo en el cuadrante nororiental de la todavía llamada España, y con las réplicas que el terremoto del 1 de octubre producirá en el norte vasco, en el este balear y quizás hasta en el noroccidente gallego y en el suroeste canario. Pues sí que tiene, a mi entender, y mucho. La explicación, mientras que los politólogos le buscan otra, se llama hartazgo, o sea, jartura ciudadana ante la corrección política en la que los partidos tradicionales están instalados desde hace tiempo. Si ha demostrado Europa algo en los últimos setenta años es que no es xenófoba, ni insolidaria, ni racista, sino que es la cara amable del occidente desarrollado y democrático: viene acogiendo desde décadas a inmigrantes a los que da trabajo y alojamiento, pero, si antes lo hacía previo contrato y en pro de un objetivo común de progreso, la corrección política ha llegado a hacer insostenible esta mano tendida; para entendernos, aquí no se puede meter todo el mundo y encima beneficiándose de políticas que los autóctonos ni pueden soñar. Basta, parece decir la ciudadanía. No está bien ni está mal (está muy mal, en realidad) pero ese es el hecho sea agradable o no. En España pasa algo parecido, la corrección política ha dictado cesiones y concesiones a determinadas regiones que han creado monstruos egoístas periféricos que mientras más tragan más quieren. Pero, al contrario que en Europa, el fenómeno no genera ultraderechistas sino un masoquismo suicida ultraizquierdista que alimenta al monstruo en vez de intentar frenarlo. Curioso, casos análogos, con origen y destino distintos, pero bañados en la misma estupidez: la miel de lo políticamente correcto en vez del agua de lo políticamente útil y justo.

* Profesor

@ADiazVillasenor