Alrededor de 150 empresarios de la hostelería han protagonizado una insólita imagen con la última reunión mantenida en el tendido de la plaza de toros para abordar el largo conflicto de los veladores desde un frente común. Sin embargo, bajo esta impresión de fortaleza subyacen otros problemas internos en el sector con divisiones e, incluso, subdivisiones, que debilitan por la ausencia de unidad los planteamientos propios para negociar la modificación de las normas urbanísticas sobre los veladores. En aquella reunión los hosteleros decidieron dejar a un lado la intención inicial de manifestarse como medida de presión para defender sus intereses por la opción del consenso, conectando así con el propósito ya declarado de Urbanismo de resolver por esta vía el problema. Si las partes restan diferencias y suman voluntades en los encuentros sobre ordenación que han de venir a partir de octubre entre los hosteleros y el organismo municipal, y otros interlocutores como el movimiento vecinal, esta continua colisión que tensa el sector estará en vías de solución siempre que se queden al margen los intereses particulares. Este clima de confrontación dura ya demasiado y ha supuesto un coste de imagen para los empresarios hosteleros por la fragmentación sufrida, que hasta ahora ha generado más discordia que concordia. Alcanzar un acuerdo en la mesa de veladores es un objetivo deseado para que todas las partes encuentren en una norma justa el equilibrio que necesita este conflicto para quedar solventado de una vez por el bien de la concordia y de un sector tan determinante para la ciudad como el turismo, una de cuyas piedras angulares la sustenta la hostelería.